Cómo conseguir un carnet de conducir en New York: La parte teórica

Parece claro que Estados Unidos es un país donde los coches son realmente importantes. No es sólo que los americanos anden poco en comparación con otros países, es que muchas veces no pueden hacerlo. Esto es más acusado en mucho pueblos y ciudades pequeñas, donde ni siquiera hay aceras o no son transitables, y los accesos están diseñados para los coches, siendo a veces peligroso andar. Súmale a esto unos ineficientes sistemas de transporte público (especialmente fuera de las ciudades grandes), el uso generalizado de coches automáticos y sencillos de conducir, el acceso muy temprano al carnet (en New York, a partir de los 16 años) y un buen precio de la gasolina. Así, tenemos la combinación perfecta para que todo el mundo conduzca.

Qué disgusto nos llevamos cuando descubrimos que el carnet de conducir español no vale aquí.

Bueno, no es que no valga del todo: puedes conducir con un carnet extranjero hasta que te conviertes en residente. De esta forma, no hay ningún problema en alquilar un coche con tu carnet de España, pero no puedes acceder a un leasing o a una compra. Vamos, que para una vacaciones te vale, pero no para vivir. Y aunque en nuestra ciudad no tenemos problema en ir andando a todas partes, enseguida nos dimos cuenta que el coche es necesario para muchas cosas del día a día.

Así que nos metimos en el proceso de sacarnos el carnet de conducir aquí, desde cero, que no hay convalidaciones ni nada por el estilo. Y seguimos en ello, porque con el COVID19 todo se ha ralentizado, aunque esperamos terminar pronto. No es algo tan diferente del de España, aunque desde luego hay cosas que no son las mismas. El proceso es el siguiente, en orden:

  • Examen teórico
  • Prácticas de conducir
  • Curso teórico pre-licencia de 5 horas
  • Examen práctico

Curiosamente, el certificado de las prácticas de conducir sólo es obligatorio para los menores de 18, así que al menos eso no tenemos que hacerlo. Y bueno, nosotros ya tenemos práctica, así que eso que ganamos.


Examen teórico

Hay bastantes cosas que se hacen raras cuando empiezas a conducir aquí, empezando por la ubicación de los semáforos, que se encuentran colgando en mitad de la calle. Pero para mí lo más raro son los giros, ya que fuera de las zonas indicadas, es legal girar a la derecha aunque el semáforo esté en rojo. Así que al principio te pitan mucho, pero luego te vas acostumbrando poco a poco.

Pero lo más difícil del examen teórico, sin duda fue conseguir cita para hacerlo. Ahora con el COVID19, el Departamento de Vehículos de Motor (DMV en inglés), sólo acepta que te presentes a examen con cita previa. Y es horrible. Tardamos semanas en conseguirlas, entrando todos los días y buscando por todos los pueblos cercanos. Cuando por fin nos las dieron, aún teníamos que esperar dos meses. Por suerte, alrededor de dos semanas más tarde, nos escribieron diciendo que podíamos acceder a un programa piloto en el cuál podíamos hacer el examen online si lo hacíamos en los siguientes 7 días. Así que en esa semana nos pusimos a hacer tests como locos, y por supuesto nos presentamos.

La dificultad principal de los tests, al menos para mí, son las pequeñas diferencias que hay con España. Por ejemplo, lo de los giros en rojo, pero también otras cosas, como las rotondas o los cambios de sentidos. También cosas muy concretas, como el nivel permitido de alcohol en sangre en el estado de New York, o las normas específicas con los autobuses escolares (en este estado, si tienen el cartel de Stop desplegado, hay que parar SIEMPRE, aunque estén al otro lado de la calle). Y por supuesto, problemas con las medidas: ¿A cuántos pies tienes que empezar a señalizar cuándo te vas a cambiar de carril? ¿A qué distancia puedes aparcar de una boca de incendios? Un poco lioso, por eso hay que mirárselo.

El examen en sí, es de tipo test, como en España. Para aprobar el test normal, debes acertar 14 de 20 preguntas, y al menos 2 de 4 de señales. ¿Y si suspendes? No hay problema: sales y vuelves a entrar. Puedes repetir el test cuantas veces necesites hasta que lo apruebes. Sí, sin pagar tasas ni volver a coger cita, más facilidades no pueden poner.

En nuestro caso, el test online fueron 50 preguntas, no sabemos si para disuadir de hacerlo. No nos pareció tan diferente a los test que habíamos hecho, sólo que más largo. ¡Y ambos aprobamos a la primera!

Tras aprobar, nos mandaron un correo con un enlace desde donde pudimos concertar una cita en la DMV. Y allí fuimos dos días más tarde, para realizar el papeleo. Éste consistía en pagar las tasas, entregar un impreso estándar, presentar pruebas de residencia (llevamos el contrato de alquiler y una factura de suministros) y firmar un certificado en el que jurábamos que nadie nos había ayudado con el examen y que lo habíamos hecho solos. Además, nos sacaron una fotos en el momento (que como nos había llovido encima, imaginaréis el resultado) y nos hicieron un test de visión. Yo iba con curiosidad a ver cómo nos hacían este test, porque el edificio de la DMV era la típica sala de administración con varios puestos y poco más. ¡Pues muy fácil! En la misma cabina donde se hacía todo, entregué los papeles y me pidieron que retrocediera hasta una línea amarilla que estaba pintada en el suelo. Troté hacia ella obedientemente, y entonces levanté la vista. Encima de la mujer que me atendía, había una típica hoja con letras del oftalmólogo, de 12 filas. Me pidió leer la última fila, y ya está. Yo me reía sola. Ni psicotécnico ni oftalmólogo ni gaitas.

Nos dieron un recibo provisional y a las dos semanas nos llegó al correo nuestro flamante Carnet de aprendizaje nuevo.

Curso teórico pre-licencia

Con el Carnet de aprendizaje en la mano, ya es posible solicitar el curso teórico. Nos recomendaron una autoescuela donde lo hacían, y me alegré mucho al descubrir que habían empezado a impartir cursos online por Zoom debido a la pandemia. Al menos lo podíamos hacer desde la comodidad de casa. Así que compré dos cursos, y el domingo pasado lo estuvimos haciendo.

Desde luego, fue una experiencia peculiar. Primeramente, accedimos a la sala y nos confirmaron que tenían nuestros datos, pasando lista. Después, nos pideron que permaneciéramos todo el tiempo de la clase en pantalla y con la cámara encendida para poder confirmar que habíamos atendido al curso. Hasta ahí todo bien, y empezó la clase. Entonces, empezamos a fijarnos en el resto de personas que había en la sala. Estaba el profesor, un hombre de pelo blanco con bigote y una voz peculiar que leía artículos de periódico recortados. Pero lo divertido era el resto de los alumnos: casi todos eran chavales de 16 años. ¿Y qué implica esto? Pues que hacían lo que les venía en gana con la cámara: la ponían apuntando al techo (y había uno que tenía en su techo pegados trozos de algodón como si fueran nubes…), la apagaban, sólo asomaban las puntas de los pelos, se la ponían muy cerca y sólo se veía la frente… cosas así. En una fatídica ocasión, una cámara incluso acabó demasiado cerca de un escote… 😅. También era tremendamente divertido ver que muchos de ellos estaban haciendo la clase… ¡en la cama! Llegué a contar cinco camas en un momento dado. ¡Una se llegó a dormir un par de veces! Y el más raro de todos: ¡había un chaval que estaba en el asiento de atrás de un coche! Al menos no era delante… Yo no podía sino contener la risa.

Supuestamente, este curso trata varios temas de importancia para el futuro conductor. Pero la verdad es que en lo que hacían más hincapié, era en las distracciones al volante, especialmente en el problema de conducir y mandar mensajes por el móvil al mismo tiempo. Que tiene que ser tremendo, la verdad. Nos pusieron dos documentales al respecto: el primero bastante bien hecho y muy dramático, quizás demasiado. El segundo, era un programa de televisión de entrevistas, bastante cutre, llevado por un tal Dr. Phil. En el episodio, llevaban a una chica de 17 años que se enorgullecía de lo bien que escribía y conducía al mismo tiempo (¡con un móvil de teclado físico alfanumérico!), y se dedicaban a ridiculizarla delante de su madre y todo el público del plató. Como en un episodio de los Simpsons.

También nos pusieron otro documental largo sobre los peligros de conducir y beber alcohol, de principios de los años 90, y otro de accidentes con unos dummies que parecían de los años 80. Muy moderno todo. Entre vídeo y vídeo, el profesor nos explicaba cosas varias del temario y trucos para el examen práctico, aunque no era precisamente entretenido. De hecho, acabamos antes de tiempo, y creo que todos lo agradecimos mucho.

A por el examen práctico

Después de este curso, hoy nos ha llegado por correo un certificado que indica que lo hemos realizado, con el que ya podemos solicitar fecha para el examen práctico. ¡Qué ganas!

Cuando hagamos el práctico, haré otro artículo para contar cómo ha ido. ¡Espero que vaya bien!

Vacunados

Ha sido muy repentino, pero tanto Salva como yo nos hemos vacunado ya contra el Coronavirus. Desde luego, ha sido una historia muy peculiar, así que tenía que contarla.

Lo primero de todo hay que decir que la campaña de vacunación aquí en el estado de New York está muy avanzada. Además, los números de contagios están disminuyendo, lo que empuja a seguir con la estrategia actual. El 23 de marzo, se dijo que ya se podían vacunar los mayores de 50. Recuerdo comentarlo con unos amigos, que me decían que en Connecticut ya estaban vacunando a los mayores de 45 años. Lo que nadie esperaba era que pocos días más tarde, el 30 de marzo, el gobernador Cuomo anunciara que ya se podían vacunar los mayores de 30 y, a partir del 6 de abril, los mayores de 16 años.

Con curiosidad, nos pusimos a buscar centros de vacunación cercanos. Pero como era de esperar, se había disparado la demanda y estaban casi todas las citas cogidas. Si bien es cierto que había citas disponibles en ciudades alejadas, la verdad es que era demasiado: una a 4 horas y media, y la otra a 3 horas y 50 minutos, en coche. A menudo se me olvida lo grande que es este estado…

No nos preocupamos mucho. Pensamos en darnos unos días y, si veíamos que seguía así, nos haríamos una excursión larga y sin problemas. Además, aquí hay muchísimos sitios donde ponen la vacuna, incluídas farmacias y edificios acondicionados específicamente para ello. Seguro que se liberaría algún hueco que estuviese más cerca.

El jueves, Salva estaba en una videollamada con un compañero de trabajo, que vive no muy lejos de nosotros, y éste le comentó que se acababa de poner la vacuna esa misma mañana. El compañero le contó que había ido a un sitio pequeño donde no había mucha gente y había vacunas de Johnson & Johnson, que sólo es una dosis, y que se podía ir sin cita previa. Que cogiera el número de referencia que daban en la web oficial de las vacunas del estado de Nueva York y a ver si había suerte. Para asegurarse, Salva llamó y le dijeron que claro, que se pasara. Así que me avisó, me contó todo, imprimimos todos los documentos y nos fuimos para allá sin pensarlo.

El sitio en cuestión estaba en un pueblo pequeño, como a 20 minutos de nuestra casa. Llegamos, y le dije a Salva «No creo que sea aquí, esto parece una tienda de empeños». Le dimos la vuelta al edificio y en la puerta de atrás había un cartel que decía «Vacunas COVID19″… Así que entramos, y dentro era una tienda de regalos y droguería normal y corriente. Un Todo a 100, si lo preferís. Pero al fondo, resulta que sí que había una farmacia pequeña, camuflada entre los termos de café, los pintauñas y los marcos de fotos de «La mejor abuela del mundo».

Droguería y farmacia. El dispensario estaba en una habitación detrás de la caja registradora.

Había un par de personas esperando. Nos cogieron nuestras referencias, las tarjetas médicas y nos pidieron rellenar y firmar una hoja con nuestros datos. La única prueba de residencia que nos pidieron, fue preguntarnos si residíamos en New York y nuestra dirección. Después, nos pidieron esperar sentados en unas sillas plegables, y enseguida apareció un hombre en bata blanca que asumimos era el farmaceútico. «¿Estáis esperando por mí?», nos preguntó. «Sí, eso creemos». «Vaya, debo de ser el hombre más codiciado de por aquí», nos respondió riéndose. La verdad es que era muy auténtico, con sus chascarrillos. Nos preguntó que brazo usábamos más, para pincharnos en el otro, y fue realmente rápido. Yo ni me enteré del pinchazo. Nos dieron nuestras tarjetas de vacunación, una hoja informativa de posibles efectos de la vacuna, y nos pidieron esperar unos 15 minutos.

Al poco tiempo, yo empecé a sentir dolor en el brazo, alrededor de la zona del pinchazo, como de un golpe o tirón fuerte. También un poco de mareo y un ligero dolor de cabeza. Según la hoja informativa, todo esto era normal. Pasaron los 15 minutos, compramos Paracetamol y nos volvimos.

Ese día, ambos estuvimos más o menos bien, con esos síntomas. A mí me empezó a empeorar el dolor de cabeza poco a poco y por la noche ya no me encontraba bien, aunque no tenía fiebre. Dormí fatal y me desperté a las 7 de la mañana con 37.5 Cº y la sensación de que me había atropellado un autobús. Estuve todo el día fatal, con un dolor de cabeza horrible que me pulsaba detrás de los ojos, y la temperatura que no me bajaba de 37. Al día siguiente, ayer, no tuve fiebre pero aún me dolía la cabeza y seguía muy cansada. Hoy por fin me encuentro mejor: el brazo pinchado sigue doliendo un poco al tacto y estoy cansada, pero ya soy persona.

Salva, algo cansado, pero sin fiebre y sin dolor de cabeza. Me llevé yo la peor parte 😑.

Así que sí, por suerte estamos vacunados y no ha sido tan difícil. Sobre todo ahora que ya no nos encontramos mal.

¡Ahora a seguir con las precauciones!

Saint Patrick y el conejo de Pascua

Hace un par de día fue Saint Patrick’s Day o, como lo conocemos en España, San Patricio. No ha sido una celebración tan sonada como yo habría esperado. Sí, había muchas cosas verdes, leprechaums, tréboles, gorros, barbas falsas pelirrojas y mucho merchandising con la frase «Kiss me, I am Irish». Como me picó la curiosidad, descubrí que esta frase proviene de la leyenda irlandesa de la piedra Blarney (Blarney Stone), de la que se dice que otorga suerte y elocuencia a quien la besa. ¡Qué cosas! También estaban en oferta comida y bebida especiales: Cerveza Guinness (por supuesto), queso irlandés y corned beef (carne en salmuera que, efectivamente, proviene de Irlanda). Me hizo gracia encontrar en mi supermercado un rinconcito irlandés con todas estas cosas, y por alguna razón también habían puesto zanahorias, patatas y repollos. Pero no especiales ni irlandeses, no: los normales…

Muchísimos quesos diferentes, cerveza y carne.

Pero no ha sido un día especialmente destacado, y eso que en New York, en Manhattan, suelen hacer un desfile impresionante, el más grande del mundo y uno de los más antiguos. También hay una misa importante en la Catedral de Saint Patrick (que para eso es su patrón) y fiestas por toda la ciudad. Pero el año pasado, por la pandemia, fue la primera vez que se suspendía el desfile en 250 años, y se encuentra en hiatus desde entonces. Parece que esto ha hecho que se enfríen mucho los ánimos para celebrarlo.

Además, Saint Patrick no está libre de críticas. Hay muchas voces que apuntan que la fiesta no hace más que destacar estereotipos irlandeses que no son siempre positivos, y no se ve con buenos ojos que otros se apropien de la cultura irlandesa sólo por la fiesta. Y por supuesto, siempre está el tema del alcohol, que va asociado a la festividad desde el comienzo…

Otro día hablaré del alcohol aquí, sobre cómo lo ven y sobre su consumo, pero eso es algo largo. Lo que sí es verdad es que precisamente esto hace que la fiesta no se considere «para todos los públicos».

Además, casi al mismo tiempo que San Patricio, ya se ve cómo se está preparando la fiesta de Pascua o Easter. Por supuesto, aquí no es como la enrraizada Semana Santa española, con todas sus connotaciones religiosas (y sus torrijas, claro 😉). Aquí, la Pascua es una fiesta amable, donde aparte de la parte religiosa se celebra la primavera. Hay flores y plantas por todas partes, puedes comprar muchos ramos y arreglos diferentes. Los niños suelen pintar huevos con colores alegres, meterlos en cestas y comer chocolate y otros dulces. Y todo está lleno de conejitos y, a veces, ocas, en colores pastel. También en Manhattan hay un gran desfile de Pascua donde la gente se disfraza y se ponen sombreros extravagantes con pájaros y flores (aunque este año también continúa suspendido por a la pandemia). Pero es todo tan amable y tan familiar, que no parece que San Patricio haga falta.

Aventuras en el supermercado

No voy a engañar a nadie: en general, disfruto cuando voy aquí al supermercado. Para mí no es solamente comprar y ya está, si no que en cada visita descubro algún producto raro o alguna cosa peculiar que sólamente podrían tener aquí.

Desde las Oreo de Lady Gaga (edición limitada de galletas rosas con relleno verde) hasta la pasta con tomate en lata de princesas Disney (que incluyen pasta con formas de zapatitos de cristal, castillos, carruajes y coronas), pasando por las Tortas de Inés Rosales, que aquí están en casi todos los supermercados, por alguna razón que desconozco, al lado del queso. Sí, cada día me ofrece nuevas cosas y acabo disfrutando mucho.

Pero no todo podía ser bueno. Una cosa peculiar (o dolorosa, según se mire), es que la compra es más cara aquí. Y los productos no son de una calidad superior a la de España, sólo son más caros. Puedo decir que las verduras en general son buenas y hay muchas que no había visto en España, y que la carne es muy buena. La fruta que he probado, es normal (me falta la de primavera y verano); al igual que el pescado, del que no encuentro demasiada variedad y es bastante caro. Como el queso, que parece un producto de lujo. Esto es como en todas partes: hay cosas mejores y peores. Todo es seguir buscando, mirando, comparando y, sobre todo, probando.

Me he animado a hacer una comparativa de una lista de la compra básica, con productos de marca blanca, de un supermercado de aquí y otro de España. Son sitios dónde ya he hecho la compra y que conozco, y quería ver cómo cambia con productos que he comprado en ambos países. Así que he intentado hacer equivalencias de cantidades y calidades, y he metido en mis dos carritos virtuales lo siguiente:

  • 1 galón de leche (4 litros en España)
  • 1 docena de huevos
  • 1 paquete de arroz
  • Un trozo de queso local
  • Un paquete de pan de molde
  • Un bote de garbanzos
  • Unas pechugas de pollo
  • Unos filetes de ternera
  • Unas rodajas de salmón
  • Varias manzanas (como 1 kilo y medio)
  • Medio kilo de tomates
  • 1 malla de unos 3 kilos de patatas
  • 1 malla de cebollas
  • 1 pimiento verde
  • 1 coliflor
  • Un pack de 6 latas de cerveza local (Mahou VS Bud Light).

TOTAL:

  • En España, toda esta compra sale a 39,10 euros, o 46.77 dólares.
  • En New York, esta compra son 62.50 dólares, o 52,25 euros. ¡Aproximadamente un 30% más cara! ¡Y con productos de marca blanca!

Y si os preguntáis por productos de higiene, eso es ya otra locura. Por poner un ejemplo, el paquete de 10 mascarillas que en España lo he visto por 1,50 euros, aquí está a 9.99 dólares (8,35 euros)


Por otro lado, otra de las cosas que tiene ir a hacer la compra, es que me puedo encontrar con… el robot malvado del supermercado . Sí, sí, no es una broma. Bueno, no sé seguro que sea malvado…

Resulta que hace un par de años, una de las compañías de supermercados de EEUU, comenzó a introducir en sus tiendas unos robots con forma de torre y ruedas, destinados a moverse por los pasillos y detectar si había algún accidente o producto en el suelo. El nombre de este robot, es Marty.

Marty tiene este aspecto de forma normal. Es alto, más que yo. Hace poco ruido al desplazarse, sólo unos pitidos bajos, y puede estar detrás tuyo en cualquier momento y pegarte un susto de muerte. O encontrártelo al girar una esquina, o interponiéndose entre la salida y tú… Patrulla lentamente por los pasillos, sin pegarse demasiado a la gente, como para disimular. El otro día, se paró cerca mío y empezó a brillar en amarillo y a emitir un mensaje de «Alert, alert» con voz baja y cavernosa. Pensé que iba a explotar. Había una chica con su hija pequeña que, mucho más valientes que yo, avisaron a una encargada que rápidamente lo desconectó. Tras este incidente, regresó parsimoniosamente a sus tareas de robot, mientras volvía a brillar en color azul «bueno». Y por si esto no es suficiente, cuando Marty se gira…

Descubres que a algún genio se le ha ocurrido que si le ponían ojitos no daba nada, nada de nada de miedo. NADA

¡Sí que me lo paso bien en el supermercado! 😅

Visados, trabajo y desesperación

Las visas que obtuvimos para venir a los Estados Unidos son las L. En concreto, Salva tiene una L-1 y yo tengo una L-2. Como todas las visas temporales, tienen sus ventajas y sus incovenientes. La mía, por ejemplo, es una visa dependiente, con lo que tiene la desventaja de que está totalmente ligada a la de Salva. Así que si a él, por ejemplo, le despidieran, nos quitarían la visa a los dos. O por ejemplo, para hacer trámites, necesito mandar siempre nuestro certificado de matrimonio («Proof of Relationship«, dicen). Pero una de las grandes ventajas que tiene la L-2, es que me permite solicitar un permiso de trabajo.

Esto no ha sido siempre así, ya que la ley se cambió en 2002 para que los esposos con L-2 pudiesen trabajar. Los hijos, que también pueden obtener esta visa si son menores de 21 años, no pueden. De hecho, no muchas visas dependientes permiten trabajar, como varios casos que conozco. Incluso las visas H-4, que son bastante comunes, necesitan cumplir unas características muy específicas que no siempre se tienen.

Poder tener trabajo aquí fue una de las cosas que yo quería y que me empujó a mudarme. Había leído que el Servicios de Ciudadanía e Inmigración de Estados Unidos (USCIS, por sus siglas en inglés) tiene estipulado que los permisos de trabajo se deben emitir en 90 días. Pero también había leído en foros que se podían retrasar mucho más y que, incluso, había a gente a la que le había tardado hasta 6 meses. Ese hecho no me preocupaba mucho al principio, porque pensé que tardaría varios meses en adaptarme al nuevo país y aún había que buscar empleo. Tenía tiempo.

Y llegó el Coronavirus.

Con la pandemia, es absurdo lo mucho que se han incrementado los tiempos en la administración. Procesos que se hacían en una mañana, ahora hay que esperar semanas sólo para obtener una cita. Eso fue lo que nos pasó con el Número de la Seguridad Social (SSN), que ahora sólo dejan coger cita por teléfono y nos fue absolutamente imposible. Tras un mes de desesperación, Salva pidió ayuda a los servicios de relocalización de la empresa, y ellos llamaron por nosotros. Después de 40 minutos de espera tras aceptarles la llamada, consiguieron que les cogieran el teléfono y avisaron a Salva para hacer una llamada a tres y poder pedir la cita. Lo curioso es que cuando fuimos a por las tarjetas, se presentaron varias personas en la oficina diciendo que necesitaban hacer trámites y no eran capaces de coger cita. A todos les pidieron que se fueran y que lo siguieran intentando por teléfono. Y aún, la mujer que nos atendía nos comentaba, indignada (y en español): «¿Cómo que no se puede coger cita? ¿No están ustedes aquí? ¡Claro que se puede!».


Con miedo a los posibles retrasos tras esta experiencia, recopilé los documentos necesarios (incluída una traducción al inglés y un cheque para los gastos de gestión) y rellené mi solicitud para el permiso de trabajo. La envié por correo, que es ahora mismo la única forma posible de presentarlo, y me dijeron que tardaría tres días en llegar. Al fin y al cabo, sólo hay 2 centros en todo el país para recibirlo y 6 para procesarlo, y tuve que enviarlo a Dallas. Como estaba preocupada por los tiempos, añadí un formulario extra en el que solicitaba que se me informase a las 24 horas de la recepción por mensaje de texto o correo electrónico.

Pasaron los tres días, y es de imaginar que a las 24 horas no me llegó ninguna clase de aviso. Esto fue el 11 de diciembre, y el número de seguimiento del paquete decía que sí había llegado, así que eso me tranquilizó y me dispuse a esperar.

Hace una semana, mientras nos preparábamos para cenar, me llegó un mensaje al móvil, ¡diciendo que habían recibido mi solicitud! El sms además me daba un número de referencia y me decía que me mandarían un correo físico con más instrucciones. Me metí en mi cuenta bancaria y habían cobrado el cheque. ¡La cosa estaba en marcha! Así que me pasé a ver qué información me daban con mi número de referencia. Encontré que sí, efectivamente, lo habían recibido el 11 de diciembre y me decían que tenía que haber recibido en enero la carta. No me preocupé demasiado y esperé impacientemente al correo a ver qué decía y pensando en cuáles serían los siguientes pasos.

Ayer por fin llegó la esperada carta. Y… no era nada. Sólo era un aviso de que habían procesado mi solicitud y que ya se pondrían en contacto conmigo. Básicamente, que mi paquete ha pasado de la pila de recibidos a la pila de en revisión. También he podido encontrar gracias a la referencia que, ahora mismo, los tiempos de espera para mi solicitud son entre 5 y 10 meses, siendo 10 meses el 93% de los casos…

Ha sido un poco decepcionante, pero bueno. Seguiré esperando. ¡Ya iré actualizando cuando tenga más noticias!

La realidad y la ficción

Quería hacer una entrada breve hoy. Una amiga que leyó el blog me comentó que el papel de cocina con el que yo estaba tan… contenta, le recordaba mucho a algo que salía en un capítulo de Los Simpsons . Resulta que en ese episodio, Marge compra un papel de cocina nuevo, cuyo logo es un fornido leñador llamado Burly, y acaba fantaseando con él. ¿Os suena? ¡Pues sí, es una parodia de la misma marcaque comentaba en la entrada anterior!

Imagen de Los Simpsons

Tengo claras dos cosas:

  1. Soy el público objetivo de este producto.
  2. Sabía que iba a ver cosas similares a Los Simpsons en Estados Unidos, pero no imaginaba que tanto. Sea como sea, estoy tremendamente orgullosa de sentirme identificada con Marge. 😊

Nuevas marcas

Cuando te cambias de país, hay muchas cosas que tienes que cambiar. Entre ellas, las marcas que estás acostumbrada a comprar. Es verdad que algunas siguen estando ahí, pero ¿cómo elegir de entre toda la oferta de detergentes si no te suena la marca de ninguno y hay estanterías llenas de ellos? Yo tengo varios métodos.

Método de buscar marcas similares a las conocidas.

Hay veces que las marcas cambian su nombre en los diferentes países, pero en el fondo son el mismo producto. Muchas veces las puedes reconocer por las cajas o por el logotipo, que son muy parecidos. Fácil es el caso de Don Limpio, que es exactamente igual pero aquí se llama Mr. Clean (¡No se llama Mr. Proper!). Otro ejemplo es el caso de las compresas Ausonia, que aquí se llaman Always. Nada que ver el nombre o la apariencia, pero son lo mismo.

Método de ensayo y error.

Está claro: hay que probar. Y muchas veces se acertará enseguida, como cuando elegimos nuestras sábanas y toallas. Las compramos rápido porque las necesitábamos con urgencia, y son de una calidad estupenda. Pero, por ejemplo, con el gel de ducha tuvimos que probar unos cuantos para encontrar uno que nos gustase a ambos. Que por cierto, se llama Softsoap y se inventó en New York. Con la comida, siempre es más fácil (y divertido) probar, y siguiendo este patrón, creo que habremos probado una veintena de cafés de cápsulas distintos…

Método de las reviews.

Hay veces que el ensayo y error no funcionan. Eso fue lo que nos pasaba con el papel higiénico. Comprábamos los paquetes más pequeños para probar, pero no había ninguno que nos convenciera, y nos sentíamos que estábamos perdiendo el tiempo. Así que usamos internet para buscar reviews y rankings de los mejores papeles higiénicos. Sí, existen. Hay rankings para todo: papeles higiénicos, pizzas congeladas, colchones, cafeteras, limpiadores, salsas… Nos funcionó y ahora estamos muy contentos.

Método del antojo.

Y sí, a veces una símplemente compra porque ve algo y… tiene que comprarlo.

Por si cabía alguna duda, lo he comprado única y exclusivamente por el leñador. Y por su mandíbula.

¡Y lo mejor es que absorbe genial! 😍

Primeras nieves

El pasado domingo, por la noche, empezó a nevar. Nevó sin parar hasta que, al más puro estilo de la película El día de la marmota, que conmemora la celebración de ese evento cada 2 de febrero, cayó una nevada impresionante que nos ha dejado entre 40 y 60 cms de nieve.

Ya habíamos tenido una nevada grande, pero se nota que esta ha sido más cantidad, y es bastante impresionante. Se nota, además, que aquí están muy preparados para la nieve. Primeramente, y como en la nevada anterior, llevaban días avisando de la tormenta y preparándose para ella. El mismo domingo por la noche, el Gobernador del Estado Andrew Cuomo, hizo una rueda de prensa avisando de todas las medidas que habían tomado para la nieve. Ya en la mañana del lunes, declaró el Estado de Emergencia en 44 condados. No sé si será por la movilización extra, pero no han parado de limpiar nieve desde el lunes, con un ejército de trabajadores esenciales armados con tractores, excavadoras, palas y camiones de sal de todos los tamaños. Y es que hasta ayer estuvo nevando casi sin parar. Como resultado, las carreteras están limpias y la mayor parte de las aceras también están habilitadas para poder pasar. También hay que decir que se puede ver a mucha gente que limpia la nieve individualmente. Desde las personas que cogen una pala, hasta gente que tiene coches grandes y se ponen una pala quitanieves delante, o gente que tiene su propia máquina especial para quitar la nieve. Estas últimas, que me parecen fascinantes, las he visto de dos tipos: las que parecen cortacéspedes y lanzan la nieve a chorros, y las que parecen quads o tractores pequeñitos y puedes ir sentado, que al parecer son geniales para limpiar aceras. Lo bueno es que todo este equipamiento no sólo se puede comprar, si no también alquilar, con lo que se hace más fácil.

De hecho, salir a pasear no da ningún tipo de problemas de movilidad, aunque el frío ha hecho que no hubiese mucha gente por la calle, y los que salíamos, íbamos embozados hasta las cejas. La verdad es que entre mi gorro, mi bufanda y mi mascarilla, no sé cómo me reconocen los conserjes del edificio… Pero merece la pena salir, porque es muy bonito, se puede andar bastante bien y hay posibilidades de sacar muchas fotos chulas. El martes salí al parque y estaba yo sola, con lo que pude sacar una estupenda foto panorámica:

El miércoles ya hacía mucho mejor tiempo y hoy, con unos 3 grados que hemos alcanzado, la nieve ya se está derritiendo. Ayer ya había bastantes coches circulando sin mayor problema, y tengo que decir que me llama bastante la atención que muchos vehículos, sobre todo los más grandes, no limpian toda la nieve que tienen encima. Así, todavía se ve a los autobuses escolares o a las furgonetas de reparto con varios centímetros (o pulgadas 😄) de nieve en el techo. ¡Incluso algún coche he visto conduciendo que sólo había limpiado los retrovisores y la parte del cristal del conductor! La cosa es volver lo antes posible a la normalidad y seguir cada uno con sus vidas, que sólo es un poco de nieve. Además, debe ser que para algunos hace calor, porque ya he visto a una persona en manga corta salir de un coche y quedarse charlando en la calle… Están hechos de otra pasta.

Bueno, aunque ya se esté derritiendo la nieve, mañana vuelve a nevar un poquito más. Está bien, ¡yo también me tengo que acostumbrar a la nieve!

La medida de las cosas

Mucha gente me pregunta qué es lo más complicado de la adaptación a Estados Unidos. Suelo pensármelo un poco, pero por lo general siempre es la misma respuesta: los formatos de medida.

Ya sabía que había cosas que me iban a parecer más o menos difíciles, y otras a las que poco a poco me tendría que acostumbrar, y estoy en ello. Pero hay algunas que, directamente, consiguen desconcertarme. Voy a poner varios ejemplos de cosas del día a día, al mismo tiempo que algunos de mis truquillos.

Fecha y hora 📅

Esta es de las cosas que me vuelven loca: ¿por qué el formato de la fecha en Estados Unidos es Mes/Día/Año? Acostumbrada a otros sistemas, esto me lleva a error en muchas ocasiones. Sé que muchos americanos defienden esto, bien por costumbre, bien porque les gusta decir primero la unidad más pequeña (he leído que para algunos la unidad más pequeña no es el día, porque hay 30 al mes, y que la más pequeña es el mes que sólo hay 12). Pero para ordenar fechas o contar, a mí me parece muy caótico.

Lo de la hora, es algo que es curioso, y es que no suelen usar el formato de 24 horas, usan el de 12 horas y añaden PM o AM según convenga . Yo estoy habituada al de 24 y se me hace un poco raro cuando leo los horarios de tiendas y cosas así. Pero por lo demás, es fácil.

Tiempo atmosférico 🌤️

El hecho de que la equivalencia entre grados Celsius y Fahrenheit no sea lineal, es muy molesto, porque no me puedo aprender una cifra y sumar o restar. ¿Tenemos que hablar sobre lo raro de la base de los grados Fahrenheit? El truco rápido es restarle 30 y dividirlo entre 2 (no sale exacto, pero casi). El caso es que he llegado a la conclusión que menos de 32ºF es mucho frío y que menos de 15ºF, como ayer, es que no salgo de casa.

Comida y bebida 🍎

En el supermercado es donde tengo los mayores problemas con las medidas. Ciertamente, muchas de las marcas aparecen con medidas métricas y con medidas americanas. Esto es principalmente debido a que hay productos que se venden a nivel internacional y su packaging es el mismo. Pero quedan muchas cosas que no lo tienen, como frutas y verduras, fiambres o productos cocinados como la panadería. Como es de suponer, se venden al peso y suelen estar en onzas o, si pesan mucho, en libras. Sabiendo que más o menos, 1 libra son unos 450 gramos, y 4 onzas son algo más de 100 gramos, todo va bien.

Para mí el problema llega con los líquidos y, concretamente, con la leche. He leído que han intentado antes vender la leche en botellas de litros y que han fracasado estrepitosamente. La realidad es que la leche sólamente se vende en galones, medios galones o relacionados. Esto al parecer también pasa con la gasolina: son cosas a la que la gente está acostumbrada y sólo se apaña con las medidas que conocen. Los galons y sus medidas asociadas, están basadas en un sistema de 8, más o menos. Así, 1 galon (3,78 litros) es igual a 4 quarts y a 8 pints. Ahora mismo, tengo en la nevera una botella de 1/2 galón de leche, otra de 1 cuarto y 1 brick de una pinta de nata.

Con el resto de los líquidos, tienes que pensar de nuevo en onzas, pero en onzas líquidas (fluid ounces). Lo mejor aquí es pensar en equivalencias: 1 lata de Coca-cola son 12 oz, 1 vaso de zumo son 8 oz, un café solo son 6 oz, etc.

Relacionado con la comida y bebida, podemos encontrar cosas muy extrañas. Por ejemplo, cuando fuimos a comprar una papelera, descubrí que algunas marcas las vendían con su capacidad en litros, pero las bolsas de basura las suelen vender en galones. Otro detalle curioso es que cuando vas a comprar ollas, normalmente las venden por capacidad, en quarts. Pero las sartenes las venden por diámetro, en inches. Eso sí, las sartenes hondas, son en quarts.

Cocinar 🍳

Aparte de lo contado con la comida, las ollas y las temperaturas, a la hora de meternos en la cocina tenemos que añadir una medida más de capacidad: las cups. Las cups no son las tazas españolas (que son las tazas métricas), si no que están adaptadas a su sistema y equivalen a 8 onzas (líquidas). Por esto, muchas veces me toca pasar de onzas a tazas y volverme loca cuando no sé si la receta se refieren a peso o a volumen… Pero me voy apañando. También usan mucho lo de las cucharadas (Tb o tablespoon) y cucharaditas (ts o teaspoon), pero eso no sólo me encanta, si no que hace ya tiempo que las uso.

Longitud y distancias 📏

Para la mayoría de las cosas, aquí se usan los pies, feet, y para las cosas pequeñas las pulgadas (inches). He de reconocer que se me resisten las medidas más largas, por ejemplo para la altura de una persona. Yo mido unos 164 cms, lo que correspondería con 5.38 pies, pero esta no es la manera normal de decirlo, habría que ponerlo en pies y pulgadas. Me explico: 1 pie son 12 pulgadas, por lo que 5.38 pies son 5 pies y 4 pulgadas, más o menos, (5’4″) o 64.5 pulgadas, aunque la medida que se suele usar es la primera. Para mí esto sigue siendo una locura.

Para medidas más largas, se pasa casi directamente a la milla. Así, un edificio grande puede medir 100 pies de alto (30,5 metros), y una calle puede medir 1 milla (1609 metros, de hecho, en muchas ciudades con diseño de cuadricula, miden esto). En las carreteras, además, es también común señalizar las salidas o los incidentes en porciones de milla. Por ejemplo, «Baches durante 1/2 milla».

A ver, también existen las yardas que son una medida intermedia, pero yo no las he visto usarse de forma habitual, salvo en los deportes. Es verdad que en el campo de la costura se usan los quarters, que son un cuarto de una yarda, pero no sé de más ejemplos.

Velocidad 🚗

La velocidad conduciendo se mide en millas por hora, y es algo a lo que hay que acostumbrarse. No es excesivamente complicado: puedes ver las velocidades tanto en las indicaciones de la carretera como en el velocímetro de tu coche, así que sólo hay que leer.

Tallas de ropa y zapatos 👕

No tengo mucha idea de por qué son diferentes las tallas en cada país, pero el caso es que son distintas. Tengo entendido, además, que aquí no está legislada la talla desde los años 80, así que cada marca hace un poco lo que prefiere. Sí, hay estándares, pero no se respetan. De hecho, he descubierto que aquí existe una tendencia llamada Vanity sizing, que consiste en ir haciendo la ropa cada vez más grande sin cambiarle la talla, de tal forma que la gente aunque engorde, siga entrando en ropa nueva. Esto al parecer está relacionado también con el aumento de la obesidad en la población y se suele asociar a marcas de ropa más baratas… Desde luego, es interesante.

Pero vamos, que cuando voy a comprar me pruebo y casi que mejor.

Papeles 📝

Pues sí, es algo en lo que me he fijado. Porque yo trabajo mucho con dibujos y formatos de papel, y me conozco tanto los DIN como los propios de la pintura. Pero nunca había usado los americanos, y me cansa el tenerme que aprender otro formato si quiero imprimir correctamente o comprarme un bloc de dibujo del tamaño que me interesa. Además, ¿qué tiene de malo el DIN A4 si prácticamente lo usa todo el mundo?

Así que sí, esto es un lío. Y es que, como podemos leer en este completísimo artículo de la Wikipedia, el tema de las medidas tiene mucha miga. ¡Resulta que se lleva intentado implementar el sistema métrico en Estados Unidos desde finales del siglo XVIII! En 1793, Estados Unidos encargó a un reputado botánico francés, Joseph Dombey que trajese pesos desde Francia para usarlos como referencia y adoptar el sistema métrico. Pero en el viaje, su barco se salió del rumbo por una tormenta, fue capturado por corsarios y fue hecho prisionero en la isla caribeña de Montserrat hasta que falleció. De película.

Sí, la culpa de todo este lío, la tienen los corsarios. Ahí lo dejo.

Alarmas de incendio

Antes de venir a vivir a New York, la verdad es que mi experiencia con los incendios era muy limitada. Sí, había tenido algún curso de prevención de riesgos laborales, y recuerdo hacer simulacros de incendio en varios de los trabajos en los que he estado (mención especial para aquel en la séptima planta, que luego subíamos andando porque paraban los ascensores…). Pero nunca había estado en ningún incendio ni había oído una alarma fuera de un simulacro, nunca.

El día 1 de diciembre, sobre las 5 de la tarde, la alarma de incendios de nuestro edificio empezó a pitar como si estuviera poseída. Desconcertados, sin saber muy bien qué estaba pasando, vimos que era la alarma. Yo estaba en pijama, por cierto, así que fui rápidamente a coger una sudadera y el móvil, al mismo tiempo que Salva me pedía que cogiese los pasaportes. Casi se me olvida la mascarilla. Dejamos las luces encendidas y la Roomba puesta, de la prisa, ni siquiera nos pusimos los zapatos. Salimos al pasillo y las puertas de seguridad estaban cerradas. Yo ni siquiera había reparado en que teníamos esas puertas. Bajamos por la escalera de incendios al patio frontal y nos refugiamos en la recepción. La gente empezó a bajar y a acumularse. Muchos iban en pijama, como yo. Otros habían tenido que agarrar a sus mascotas y meterlas en jaulas, o las llevaban en brazos. Un gato aterrorizado no paraba de maullar. Nos pidieron que saliéramos, que había mucha gente en recepción, y a los pocos minutos, empezamos a oír las sirenas de los bomberos. Llegaron casi al momento dos coches, y luego otros dos más, y la policía. Y nosotros como pasmarotes, muriéndonos de frío y haciendo fotos.

Los bomberos entraron y al cabo de un rato, se empezó a escuchar que el problema había ocurrido en el piso 8, así que eso nos dejó respirar más tranquilos. Nos acercamos a preguntar a los bomberos si era seguro volver a casa y nos dijeron que no había problemas si no estábamos en el piso 8, el 7 o el 6, ya que los pisos inferiores habían recibido daños por agua.

Regresamos a casa con más o menos emoción, y seguimos con nuestra vida normal. Pasadas unas horas, nos llegó un correo del edificio explicándonos que se había incendiado una de las cocinas. Esa misma noche, mientras veíamos una serie, volvió a sonar de nuevo la alarma. Así que, con mucha más calma, nos calzamos, nos pusimos abrigo y mascarillas, cogimos móvil, llaves y pasaportes y volvimos a bajar. En esta ocasión bajó mucha menos gente. Muchos de ellos se estaban quejando porque la alarma les había sacado de la cama (eran como las 11 de la noche). Pero enseguida se apagó y salió uno de los encargados de mantenimiento a decirnos que había saltado por un problema en uno de los ascensores, pero que podíamos volver a casa.

Menudo día.

El pasado 13 de enero, volvió a sonar la alarma. Con la precisión de los que ya saben qué hacer, nos preparamos rápidamente y bajamos. Vinieron los bomberos, otra vez en muy poco tiempo, y entraron a comprobarlo todo. Pero al poco quitaron la alarma y nos dijeron que podíamos volver a casa. Ese mismo día, nos mandaron un correo del edificio en el que nos decían que la causa de la alarma había sido… alguien vapeando en un pasillo. Ahora puedo ver por qué en nuestro edificio está prohibidísimo fumar y tampoco se pueden poner velas

Esta mañana ha vuelto a sonar la alarma. Con desgana, hemos seguido el ritual que tenemos más o menos asumido, y hemos vuelto a bajar. A los veinte minutos, más o menos, se han ido los bomberos y hemos vuelto a casa, con la sensación de haber perdido el tiempo: uno de los detectores estaba defectuoso.

Por lo que parece, esto es bastante común por esta zona. Es tan común que mucha gente acaba por ignorar las alarmas si son muy frecuentes, y claro, a veces ocurren accidentes. Supongo que serán excesivamente sensibles y para activarlas hace falta poco. También es verdad que una de las peores cosas que he visto en las casas de aquí, son los extractores de humos de las cocinas. Es curioso porque, además, todos los otros expatriados que conozco también se quejan de ellos. Son muy poco potentes, muy ruidosos y no quitan olores. No hacen lo que deberían hacer. Y deberían funcionar bien, dado que la mayoría de las cocinas aquí están integradas con el salón o el comedor. No quiero pensar qué puede pasar si algún día quemo una sartén.

Eso sí, tenemos un mini extintor debajo del fregadero. Será para sentirnos más seguros…

De política y chocolate

Está claro que vivimos en una época muy convulsa en todo el mundo. No hablamos del Coronavirus únicamente, si no también de la situación política e incluso de lo extraño del tiempo, que ha hecho que nevara en España como no lo había hecho en 50 años, empequeñeciendo nuestra primera gran nevada de aquí.

Pero la política está siendo la gran protagonista de los últimos días, desde que el pasado 6 de enero un grupo de personas asaltara el interior del Capitolio para intentar parar el conteo de los votos para ratificar a Joe Biden como presidente electo. En cuanto nos enteramos, pusimos las noticias y seguimos lo que estaba pasando, alucinando. La verdad es que, sin entrar en consideraciones partidistas, me pareció que lo que estaba pasando era tremendamente diferente a si eso mismo hubiese ocurrido en Europa. Me sorprendían los comentaristas de las noticias y los congresistas, me sorprendían los asaltantes y me sorprendían las fuerzas del orden. Veo que hay cosas que cosas que a mí me parecen normales o fuera de lo normal, que a ellos, simplemente, no se lo parecen.

Me doy cuenta que, cuanto más tiempo llevo viviendo aquí, menos legitimada me siento para juzgar este país y a su gente. Puedo ver que tenemos mentalidades distintas, que nuestro bagaje cultural, social, político y religioso no tienen nada que ver y, por eso, es muy difícil comparar. Estoy adaptándome, así que espero poco a poco ir comprendiendo toda esta nueva cultura. Y lo veo porque estoy siendo más prudente a la hora de usar palabras como «normal» o «raro», o expresiones como «eso lo sabe todo el mundo».


Y mientras tanto, la vida sigue, y aquí en NY ya se puede ver cómo tiendas y supermercados se preparan para la siguiente celebración del año: San Valentín. Si en España esta fiesta ya me parecía comercial, aquí es algo que sólo definiré diciendo: chocolates de mil y una marcas, con cajas rosas especialmente diseñadas, hasta donde alcanza la vista. Qué bien se lo montan las marcas aquí: en Halloween, chocolatinas en forma de calabazas y packaging naranja; en Navidad, chocolatinas en forma de muñecos de nieve y packaging verde y rojo; en San Valentín, chocolatinas en forma de corazones y packaging rosa… ¡Espero que el 4 de julio haya chocolatinas en forma de fuegos artificiales!

Chocolates en el supermercado. Un fragmento de uno de los cinco pasillos dedicados al Valentine’s Day.

Aparte de la locura del chocolate, por supuesto, hay docenas de tarjetas, peluches, complementos y cualquier cosa que se os ocurra tuneada con corazones para la ocasión. ¿Calcetines? ¿Gomas de borrar de unicornios? ¿Sartenes con forma de corazón? ¿Laca de uñas rosa? ¿Dinosaurios comestibles de gelatina? ¿Galletas para perros? .

Para mí lo más raro, es el hecho de que metan a los niños en la celebración, que la conviertan en algo familiar. No sé exactamente cómo celebran aquí San Valentín, pero he leído que es una celebración tanto del amor como de la amistad. He visto que se anima a los niños a que se hagan su propio buzón para tarjetas, que hacen manualidades y también he visto que se pueden hacer regalitos como lápices o pegatinas… Es tremendo.

Por supuesto, Salva y yo nos compramos nuestras cajas de chocolates de Darth Vader, cada uno la nuestra.

Conducir en el bosque

Las carreteras en la zona donde vivimos son, al mismo tiempo, encantadoras y peligrosas.

Parece mentira que estando relativamente cerca de New York City , en nuestra ciudad y los alredores haya tanto bosque. Muchas de las casas tienen jardines cuidados que, por detrás, dan directamente al mismo bosque. Y no es un bosque que yo haya visto en España. Son zonas grandes, casi sin tocar por el hombre, con árboles altos y salvajes, lagos cristalinos y todo lleno de animales. Es precioso. Mientras conduces puedes atisbar ciervos y pequeños rincones encantadores. En otoño, cuando llegamos, los colores de las hojas eran tan bonitos y vibrantes que parecía que alguien los había pintado y colocado ahí. Ahora en invierno, los árboles están pelados, pero sigue siendo bonito, y es más fácil ver los lagos y las casitas ocultas entre la vegetación. Y cuando nieva, todo parece un cuento.

Driving in October
Octubre
Driving in November
Noviembre
Driving in December
Diciembre

Todo esto, tan bucólico, tiene una cara oscura. Las carreteras pueden llegar a ser peligrosas de conducir. No es sólo lo mal que conducen aquí (algo que daría y dará para varias entradas), si no que las condiciones no siempre son las mejores. El viento, que es bastante fuerte, puede hacer que se caigan ramas. La lluvia, que puede llegar a ser torrencial, también hace que se caigan ramas y dificulta el agarre. Por suerte, estamos lejos de la costa, porque allí suele haber inundaciones leves. El río Hudson, que sí está muy cerca, hace que se formen unos bancos de niebla muy espesos en los que no se ve nada. El frío provoca heladas, a parte de nieve y hielo. Todo esto afecta al asfalto, por supuesto. Y luego también hay que tener en cuenta que las carreteras, especialmente las comarcales, están muy escasamente iluminadas. Apenas hay farolas y, muchas de ellas, tililan y fallan. Sí, como en una peli de terror.

¿Parece ya lo suficientemente peligroso? Pues aún no he hablado que pueden salir animales. Y no es algo infrecuente, por desgracia.

El día de Año Nuevo, de madrugada, vimos nuestro primer ciervo cruzando la carretera delante nuestro. Por suerte, no había apenas tráfico e íbamos bastante lentos. El animal, que a mí me pareció gigantesco (Salva sigue diciendo que era un ciervo normal, pero para mí era como una montaña), trotó con rapidez de derecha a izquierda y se nos quedó mirando desde el jardín de una casa. Minutos más tarde, pude ver los cuartos traseros de otro en el carril contrario.

Como os podéis imaginar, conducir aquí puede inspirar respeto, sobre todo de noche. Pero con cuidado, cabeza y un buen coche, nos vamos apañando. Y, por el momento, yo sigo viendo la parte bonita.

PD. Sólo diré que por esta zona, se supone que hay coyotes, linces y osos. Y si tengo que elegir, que me salga un ciervo casi parece mejor…

¡Hemos sobrevivido al 2020!

Muchas cosas han pasado que nos han mantenido ocupados, siendo las principales protagonistas las fiestas navideñas. Unas fiestas que, este año, no han sido normales para nadie que yo conozca. Y, para nosotros, han sido nuestras primeras Navidades americanas, con todo lo que la novedad conlleva.

Realmente, según lo que he podido ver, son unas fiestas muy similares a Acción de Gracias. Cambia la decoración, eso sí, que es muy exagerada. He visto casas con luces normales, luces de LED con animaciones, proyecciones con luces para cubrir cada centímetro, muñecos de cualquier cosa imaginable, con luces y sin ellas (hinchables muchos, hechos con hileras de luces otros). Lo de los muñecos no tiene nombre: docenas de tipos de Santa Claus, renos, trineos, regalos, Belenes (con palmeras y todo), ángeles, niños de coro, muñecos de nieve, bastones de caramelo gigantes (mis favoritos). ¡He visto hasta un león con un gorro de Santa! De hecho, descubrimos que muy cerca de nuestra casa, había una especie de show en el que cuatro casas del vecindario se llenaban de adornos y sincronizaban sus luces con una emisora de radio local. Si querías, podías pasarte a pie o en coche y poner la radio para disfrutarlo. A decir verdad, era bastante impresionante.

Aparte de los adornos, son unas fiestas familiares y en las que se compra mucho y se come mucho. Como en España, vamos. Claro que lo que se come es distinto y, en especial, los dulces. Aquí tienen cosas típicas británicas, como el pudding, los mince pies o los christmas logs, sumado a cientos de chocolatinas, galletas y packs para hacerte tus propias galletas, que te venden como una especie de experiencia familiar. Otra cosa que me hace mucha gracia, son los packs de constrúyete tu propia casita, de chocolate o galleta. Por supuesto, ¡nos compramos una y la hicimos! La casita no estaba especialmente rica (¡tampoco estaba mala!), pero fue una experiencia de lo más divertida y venía todo muy bien preparado. ¡Nos supo de maravilla!

Por nuestra parte, las fiestas han sido tranquilas y no hemos visto a mucha gente. Pero al igual que en España, son familiares, con la excepción de Nochevieja. Pero este año no había ganas de festejar ni tampoco estaba permitido en muchas partes. De hecho, vimos tanto las campanadas en la Puerta del Sol (por nostalgia) como la caída de la bola en Times Square. Hay que decir que la caída tiene menos gracia, pero suponemos que sin gente no es lo mismo.

Nos falta aún Reyes, que la haremos solitos pero contentos. Un detalle curioso es que aunque aquí no celebren Reyes, al menos en nuestra ciudad conocen la fiesta, principalmente por la influencia latina.

¡Esperamos que no nos traigan carbón!

Alerta de tormenta de nieve

Llevamos desde el pasado domingo preparándonos para la primera tormenta de nieve grande del invierno. Lo he leído en mi app del tiempo, lo han anunciado en la televisión, aparece como destacado en los móviles y lo avisa Alexa. Las primeras previsiones hablaban de 10 cms de acumulación. El lunes ya era de 15 a 20 cms, y hoy dicen que se espera que sean menos de 35 cms. Hace un frío de -6 ºC y se espera que la sensación térmica sea de hasta -17 ºC. Todo esto, va a durar aproximadamente 24 horas.

La compañía de electricidad nos ha enviado mensajes de texto avisando que la nieve puede hacer que se caigan ramas y se interrumpa momentaneamente el servicio. Hay una alerta pública del National Weather Service que dice que viajar puede ser «De muy difícil a imposible». Pero que si tenemos que hacerlo, que llevemos «Una linterna extra, comida y agua». Nuestro edificio nos ha avisado que despejemos las plazas de aparcamiento de la entrada para facilitar el paso del quitanieves.

Y todos, sin excepción, nos desean que estemos a salvo durante la tormenta.

¿Soy la única que tiene muchísimas ganas de que esto empiece para ver cómo es?

Seguro que al final de este invierno estoy hasta las narices de nieve y frío y mascarillas mojadas. Pero, ahora mismo, ¡estoy con mucho hype!

Escasez de adornos de Navidad

Una cosa que me parece realmente curiosa de aquí, es lo rápido que se acaba la decoración de las fiestas en las tiendas. He leído algunos artículos que hablan que este año la gente ha empezado a decorar antes, pero hay extremos que no tienen sentido. Fuimos a comprar adornos para Halloween cuando quedaban dos semanas para que empezara, y no quedaban apenas, sólo los de liquidación. Es más, ya estaban empezando a poner los adornos de Navidad.

Pese a haber visto esto, no esperábamos que también pasara con la Navidad, más teniendo en cuenta las cantidades de productos que había. Pues nada, hoy hemos tenido que rebuscar y, de milagro, hemos encontrado medias para colgar con nuestras iniciales. Como es de imaginar, de muchos colores sólo quedaba la letra X. ¿Y bolas para el árbol? Pues en esa tienda no quedaba ni una, tendremos que probar en otras.

¡Nuestros stockings!

¿Es que todo el mundo renueva sus adornos cada año y por eso se agotan con tanta rapidez? Pues no lo sé, pero me atrevería a decir más bien que este es un país tan grande, con tanta gente y tantas circunstancias diferentes, que siempre hay demanda de todo.

Y claro, también es verdad que por lo que parece, la gente está decorando para sentirse un poco mejor y más alegre en este año tan raro. ¡Veremos a ver si las Navidades del año que viene son iguales!