Saint Patrick y el conejo de Pascua

Hace un par de día fue Saint Patrick’s Day o, como lo conocemos en España, San Patricio. No ha sido una celebración tan sonada como yo habría esperado. Sí, había muchas cosas verdes, leprechaums, tréboles, gorros, barbas falsas pelirrojas y mucho merchandising con la frase «Kiss me, I am Irish». Como me picó la curiosidad, descubrí que esta frase proviene de la leyenda irlandesa de la piedra Blarney (Blarney Stone), de la que se dice que otorga suerte y elocuencia a quien la besa. ¡Qué cosas! También estaban en oferta comida y bebida especiales: Cerveza Guinness (por supuesto), queso irlandés y corned beef (carne en salmuera que, efectivamente, proviene de Irlanda). Me hizo gracia encontrar en mi supermercado un rinconcito irlandés con todas estas cosas, y por alguna razón también habían puesto zanahorias, patatas y repollos. Pero no especiales ni irlandeses, no: los normales…

Muchísimos quesos diferentes, cerveza y carne.

Pero no ha sido un día especialmente destacado, y eso que en New York, en Manhattan, suelen hacer un desfile impresionante, el más grande del mundo y uno de los más antiguos. También hay una misa importante en la Catedral de Saint Patrick (que para eso es su patrón) y fiestas por toda la ciudad. Pero el año pasado, por la pandemia, fue la primera vez que se suspendía el desfile en 250 años, y se encuentra en hiatus desde entonces. Parece que esto ha hecho que se enfríen mucho los ánimos para celebrarlo.

Además, Saint Patrick no está libre de críticas. Hay muchas voces que apuntan que la fiesta no hace más que destacar estereotipos irlandeses que no son siempre positivos, y no se ve con buenos ojos que otros se apropien de la cultura irlandesa sólo por la fiesta. Y por supuesto, siempre está el tema del alcohol, que va asociado a la festividad desde el comienzo…

Otro día hablaré del alcohol aquí, sobre cómo lo ven y sobre su consumo, pero eso es algo largo. Lo que sí es verdad es que precisamente esto hace que la fiesta no se considere «para todos los públicos».

Además, casi al mismo tiempo que San Patricio, ya se ve cómo se está preparando la fiesta de Pascua o Easter. Por supuesto, aquí no es como la enrraizada Semana Santa española, con todas sus connotaciones religiosas (y sus torrijas, claro 😉). Aquí, la Pascua es una fiesta amable, donde aparte de la parte religiosa se celebra la primavera. Hay flores y plantas por todas partes, puedes comprar muchos ramos y arreglos diferentes. Los niños suelen pintar huevos con colores alegres, meterlos en cestas y comer chocolate y otros dulces. Y todo está lleno de conejitos y, a veces, ocas, en colores pastel. También en Manhattan hay un gran desfile de Pascua donde la gente se disfraza y se ponen sombreros extravagantes con pájaros y flores (aunque este año también continúa suspendido por a la pandemia). Pero es todo tan amable y tan familiar, que no parece que San Patricio haga falta.