Cómo conseguir un carnet de conducir en New York: La parte teórica

Parece claro que Estados Unidos es un país donde los coches son realmente importantes. No es sólo que los americanos anden poco en comparación con otros países, es que muchas veces no pueden hacerlo. Esto es más acusado en mucho pueblos y ciudades pequeñas, donde ni siquiera hay aceras o no son transitables, y los accesos están diseñados para los coches, siendo a veces peligroso andar. Súmale a esto unos ineficientes sistemas de transporte público (especialmente fuera de las ciudades grandes), el uso generalizado de coches automáticos y sencillos de conducir, el acceso muy temprano al carnet (en New York, a partir de los 16 años) y un buen precio de la gasolina. Así, tenemos la combinación perfecta para que todo el mundo conduzca.

Qué disgusto nos llevamos cuando descubrimos que el carnet de conducir español no vale aquí.

Bueno, no es que no valga del todo: puedes conducir con un carnet extranjero hasta que te conviertes en residente. De esta forma, no hay ningún problema en alquilar un coche con tu carnet de España, pero no puedes acceder a un leasing o a una compra. Vamos, que para una vacaciones te vale, pero no para vivir. Y aunque en nuestra ciudad no tenemos problema en ir andando a todas partes, enseguida nos dimos cuenta que el coche es necesario para muchas cosas del día a día.

Así que nos metimos en el proceso de sacarnos el carnet de conducir aquí, desde cero, que no hay convalidaciones ni nada por el estilo. Y seguimos en ello, porque con el COVID19 todo se ha ralentizado, aunque esperamos terminar pronto. No es algo tan diferente del de España, aunque desde luego hay cosas que no son las mismas. El proceso es el siguiente, en orden:

  • Examen teórico
  • Prácticas de conducir
  • Curso teórico pre-licencia de 5 horas
  • Examen práctico

Curiosamente, el certificado de las prácticas de conducir sólo es obligatorio para los menores de 18, así que al menos eso no tenemos que hacerlo. Y bueno, nosotros ya tenemos práctica, así que eso que ganamos.


Examen teórico

Hay bastantes cosas que se hacen raras cuando empiezas a conducir aquí, empezando por la ubicación de los semáforos, que se encuentran colgando en mitad de la calle. Pero para mí lo más raro son los giros, ya que fuera de las zonas indicadas, es legal girar a la derecha aunque el semáforo esté en rojo. Así que al principio te pitan mucho, pero luego te vas acostumbrando poco a poco.

Pero lo más difícil del examen teórico, sin duda fue conseguir cita para hacerlo. Ahora con el COVID19, el Departamento de Vehículos de Motor (DMV en inglés), sólo acepta que te presentes a examen con cita previa. Y es horrible. Tardamos semanas en conseguirlas, entrando todos los días y buscando por todos los pueblos cercanos. Cuando por fin nos las dieron, aún teníamos que esperar dos meses. Por suerte, alrededor de dos semanas más tarde, nos escribieron diciendo que podíamos acceder a un programa piloto en el cuál podíamos hacer el examen online si lo hacíamos en los siguientes 7 días. Así que en esa semana nos pusimos a hacer tests como locos, y por supuesto nos presentamos.

La dificultad principal de los tests, al menos para mí, son las pequeñas diferencias que hay con España. Por ejemplo, lo de los giros en rojo, pero también otras cosas, como las rotondas o los cambios de sentidos. También cosas muy concretas, como el nivel permitido de alcohol en sangre en el estado de New York, o las normas específicas con los autobuses escolares (en este estado, si tienen el cartel de Stop desplegado, hay que parar SIEMPRE, aunque estén al otro lado de la calle). Y por supuesto, problemas con las medidas: ¿A cuántos pies tienes que empezar a señalizar cuándo te vas a cambiar de carril? ¿A qué distancia puedes aparcar de una boca de incendios? Un poco lioso, por eso hay que mirárselo.

El examen en sí, es de tipo test, como en España. Para aprobar el test normal, debes acertar 14 de 20 preguntas, y al menos 2 de 4 de señales. ¿Y si suspendes? No hay problema: sales y vuelves a entrar. Puedes repetir el test cuantas veces necesites hasta que lo apruebes. Sí, sin pagar tasas ni volver a coger cita, más facilidades no pueden poner.

En nuestro caso, el test online fueron 50 preguntas, no sabemos si para disuadir de hacerlo. No nos pareció tan diferente a los test que habíamos hecho, sólo que más largo. ¡Y ambos aprobamos a la primera!

Tras aprobar, nos mandaron un correo con un enlace desde donde pudimos concertar una cita en la DMV. Y allí fuimos dos días más tarde, para realizar el papeleo. Éste consistía en pagar las tasas, entregar un impreso estándar, presentar pruebas de residencia (llevamos el contrato de alquiler y una factura de suministros) y firmar un certificado en el que jurábamos que nadie nos había ayudado con el examen y que lo habíamos hecho solos. Además, nos sacaron una fotos en el momento (que como nos había llovido encima, imaginaréis el resultado) y nos hicieron un test de visión. Yo iba con curiosidad a ver cómo nos hacían este test, porque el edificio de la DMV era la típica sala de administración con varios puestos y poco más. ¡Pues muy fácil! En la misma cabina donde se hacía todo, entregué los papeles y me pidieron que retrocediera hasta una línea amarilla que estaba pintada en el suelo. Troté hacia ella obedientemente, y entonces levanté la vista. Encima de la mujer que me atendía, había una típica hoja con letras del oftalmólogo, de 12 filas. Me pidió leer la última fila, y ya está. Yo me reía sola. Ni psicotécnico ni oftalmólogo ni gaitas.

Nos dieron un recibo provisional y a las dos semanas nos llegó al correo nuestro flamante Carnet de aprendizaje nuevo.

Curso teórico pre-licencia

Con el Carnet de aprendizaje en la mano, ya es posible solicitar el curso teórico. Nos recomendaron una autoescuela donde lo hacían, y me alegré mucho al descubrir que habían empezado a impartir cursos online por Zoom debido a la pandemia. Al menos lo podíamos hacer desde la comodidad de casa. Así que compré dos cursos, y el domingo pasado lo estuvimos haciendo.

Desde luego, fue una experiencia peculiar. Primeramente, accedimos a la sala y nos confirmaron que tenían nuestros datos, pasando lista. Después, nos pideron que permaneciéramos todo el tiempo de la clase en pantalla y con la cámara encendida para poder confirmar que habíamos atendido al curso. Hasta ahí todo bien, y empezó la clase. Entonces, empezamos a fijarnos en el resto de personas que había en la sala. Estaba el profesor, un hombre de pelo blanco con bigote y una voz peculiar que leía artículos de periódico recortados. Pero lo divertido era el resto de los alumnos: casi todos eran chavales de 16 años. ¿Y qué implica esto? Pues que hacían lo que les venía en gana con la cámara: la ponían apuntando al techo (y había uno que tenía en su techo pegados trozos de algodón como si fueran nubes…), la apagaban, sólo asomaban las puntas de los pelos, se la ponían muy cerca y sólo se veía la frente… cosas así. En una fatídica ocasión, una cámara incluso acabó demasiado cerca de un escote… 😅. También era tremendamente divertido ver que muchos de ellos estaban haciendo la clase… ¡en la cama! Llegué a contar cinco camas en un momento dado. ¡Una se llegó a dormir un par de veces! Y el más raro de todos: ¡había un chaval que estaba en el asiento de atrás de un coche! Al menos no era delante… Yo no podía sino contener la risa.

Supuestamente, este curso trata varios temas de importancia para el futuro conductor. Pero la verdad es que en lo que hacían más hincapié, era en las distracciones al volante, especialmente en el problema de conducir y mandar mensajes por el móvil al mismo tiempo. Que tiene que ser tremendo, la verdad. Nos pusieron dos documentales al respecto: el primero bastante bien hecho y muy dramático, quizás demasiado. El segundo, era un programa de televisión de entrevistas, bastante cutre, llevado por un tal Dr. Phil. En el episodio, llevaban a una chica de 17 años que se enorgullecía de lo bien que escribía y conducía al mismo tiempo (¡con un móvil de teclado físico alfanumérico!), y se dedicaban a ridiculizarla delante de su madre y todo el público del plató. Como en un episodio de los Simpsons.

También nos pusieron otro documental largo sobre los peligros de conducir y beber alcohol, de principios de los años 90, y otro de accidentes con unos dummies que parecían de los años 80. Muy moderno todo. Entre vídeo y vídeo, el profesor nos explicaba cosas varias del temario y trucos para el examen práctico, aunque no era precisamente entretenido. De hecho, acabamos antes de tiempo, y creo que todos lo agradecimos mucho.

A por el examen práctico

Después de este curso, hoy nos ha llegado por correo un certificado que indica que lo hemos realizado, con el que ya podemos solicitar fecha para el examen práctico. ¡Qué ganas!

Cuando hagamos el práctico, haré otro artículo para contar cómo ha ido. ¡Espero que vaya bien!

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