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Alarmas de incendio

Antes de venir a vivir a New York, la verdad es que mi experiencia con los incendios era muy limitada. Sí, había tenido algún curso de prevención de riesgos laborales, y recuerdo hacer simulacros de incendio en varios de los trabajos en los que he estado (mención especial para aquel en la séptima planta, que luego subíamos andando porque paraban los ascensores…). Pero nunca había estado en ningún incendio ni había oído una alarma fuera de un simulacro, nunca.

El día 1 de diciembre, sobre las 5 de la tarde, la alarma de incendios de nuestro edificio empezó a pitar como si estuviera poseída. Desconcertados, sin saber muy bien qué estaba pasando, vimos que era la alarma. Yo estaba en pijama, por cierto, así que fui rápidamente a coger una sudadera y el móvil, al mismo tiempo que Salva me pedía que cogiese los pasaportes. Casi se me olvida la mascarilla. Dejamos las luces encendidas y la Roomba puesta, de la prisa, ni siquiera nos pusimos los zapatos. Salimos al pasillo y las puertas de seguridad estaban cerradas. Yo ni siquiera había reparado en que teníamos esas puertas. Bajamos por la escalera de incendios al patio frontal y nos refugiamos en la recepción. La gente empezó a bajar y a acumularse. Muchos iban en pijama, como yo. Otros habían tenido que agarrar a sus mascotas y meterlas en jaulas, o las llevaban en brazos. Un gato aterrorizado no paraba de maullar. Nos pidieron que saliéramos, que había mucha gente en recepción, y a los pocos minutos, empezamos a oír las sirenas de los bomberos. Llegaron casi al momento dos coches, y luego otros dos más, y la policía. Y nosotros como pasmarotes, muriéndonos de frío y haciendo fotos.

Los bomberos entraron y al cabo de un rato, se empezó a escuchar que el problema había ocurrido en el piso 8, así que eso nos dejó respirar más tranquilos. Nos acercamos a preguntar a los bomberos si era seguro volver a casa y nos dijeron que no había problemas si no estábamos en el piso 8, el 7 o el 6, ya que los pisos inferiores habían recibido daños por agua.

Regresamos a casa con más o menos emoción, y seguimos con nuestra vida normal. Pasadas unas horas, nos llegó un correo del edificio explicándonos que se había incendiado una de las cocinas. Esa misma noche, mientras veíamos una serie, volvió a sonar de nuevo la alarma. Así que, con mucha más calma, nos calzamos, nos pusimos abrigo y mascarillas, cogimos móvil, llaves y pasaportes y volvimos a bajar. En esta ocasión bajó mucha menos gente. Muchos de ellos se estaban quejando porque la alarma les había sacado de la cama (eran como las 11 de la noche). Pero enseguida se apagó y salió uno de los encargados de mantenimiento a decirnos que había saltado por un problema en uno de los ascensores, pero que podíamos volver a casa.

Menudo día.

El pasado 13 de enero, volvió a sonar la alarma. Con la precisión de los que ya saben qué hacer, nos preparamos rápidamente y bajamos. Vinieron los bomberos, otra vez en muy poco tiempo, y entraron a comprobarlo todo. Pero al poco quitaron la alarma y nos dijeron que podíamos volver a casa. Ese mismo día, nos mandaron un correo del edificio en el que nos decían que la causa de la alarma había sido… alguien vapeando en un pasillo. Ahora puedo ver por qué en nuestro edificio está prohibidísimo fumar y tampoco se pueden poner velas

Esta mañana ha vuelto a sonar la alarma. Con desgana, hemos seguido el ritual que tenemos más o menos asumido, y hemos vuelto a bajar. A los veinte minutos, más o menos, se han ido los bomberos y hemos vuelto a casa, con la sensación de haber perdido el tiempo: uno de los detectores estaba defectuoso.

Por lo que parece, esto es bastante común por esta zona. Es tan común que mucha gente acaba por ignorar las alarmas si son muy frecuentes, y claro, a veces ocurren accidentes. Supongo que serán excesivamente sensibles y para activarlas hace falta poco. También es verdad que una de las peores cosas que he visto en las casas de aquí, son los extractores de humos de las cocinas. Es curioso porque, además, todos los otros expatriados que conozco también se quejan de ellos. Son muy poco potentes, muy ruidosos y no quitan olores. No hacen lo que deberían hacer. Y deberían funcionar bien, dado que la mayoría de las cocinas aquí están integradas con el salón o el comedor. No quiero pensar qué puede pasar si algún día quemo una sartén.

Eso sí, tenemos un mini extintor debajo del fregadero. Será para sentirnos más seguros…

De política y chocolate

Está claro que vivimos en una época muy convulsa en todo el mundo. No hablamos del Coronavirus únicamente, si no también de la situación política e incluso de lo extraño del tiempo, que ha hecho que nevara en España como no lo había hecho en 50 años, empequeñeciendo nuestra primera gran nevada de aquí.

Pero la política está siendo la gran protagonista de los últimos días, desde que el pasado 6 de enero un grupo de personas asaltara el interior del Capitolio para intentar parar el conteo de los votos para ratificar a Joe Biden como presidente electo. En cuanto nos enteramos, pusimos las noticias y seguimos lo que estaba pasando, alucinando. La verdad es que, sin entrar en consideraciones partidistas, me pareció que lo que estaba pasando era tremendamente diferente a si eso mismo hubiese ocurrido en Europa. Me sorprendían los comentaristas de las noticias y los congresistas, me sorprendían los asaltantes y me sorprendían las fuerzas del orden. Veo que hay cosas que cosas que a mí me parecen normales o fuera de lo normal, que a ellos, simplemente, no se lo parecen.

Me doy cuenta que, cuanto más tiempo llevo viviendo aquí, menos legitimada me siento para juzgar este país y a su gente. Puedo ver que tenemos mentalidades distintas, que nuestro bagaje cultural, social, político y religioso no tienen nada que ver y, por eso, es muy difícil comparar. Estoy adaptándome, así que espero poco a poco ir comprendiendo toda esta nueva cultura. Y lo veo porque estoy siendo más prudente a la hora de usar palabras como «normal» o «raro», o expresiones como «eso lo sabe todo el mundo».


Y mientras tanto, la vida sigue, y aquí en NY ya se puede ver cómo tiendas y supermercados se preparan para la siguiente celebración del año: San Valentín. Si en España esta fiesta ya me parecía comercial, aquí es algo que sólo definiré diciendo: chocolates de mil y una marcas, con cajas rosas especialmente diseñadas, hasta donde alcanza la vista. Qué bien se lo montan las marcas aquí: en Halloween, chocolatinas en forma de calabazas y packaging naranja; en Navidad, chocolatinas en forma de muñecos de nieve y packaging verde y rojo; en San Valentín, chocolatinas en forma de corazones y packaging rosa… ¡Espero que el 4 de julio haya chocolatinas en forma de fuegos artificiales!

Chocolates en el supermercado. Un fragmento de uno de los cinco pasillos dedicados al Valentine’s Day.

Aparte de la locura del chocolate, por supuesto, hay docenas de tarjetas, peluches, complementos y cualquier cosa que se os ocurra tuneada con corazones para la ocasión. ¿Calcetines? ¿Gomas de borrar de unicornios? ¿Sartenes con forma de corazón? ¿Laca de uñas rosa? ¿Dinosaurios comestibles de gelatina? ¿Galletas para perros? .

Para mí lo más raro, es el hecho de que metan a los niños en la celebración, que la conviertan en algo familiar. No sé exactamente cómo celebran aquí San Valentín, pero he leído que es una celebración tanto del amor como de la amistad. He visto que se anima a los niños a que se hagan su propio buzón para tarjetas, que hacen manualidades y también he visto que se pueden hacer regalitos como lápices o pegatinas… Es tremendo.

Por supuesto, Salva y yo nos compramos nuestras cajas de chocolates de Darth Vader, cada uno la nuestra.

Conducir en el bosque

Las carreteras en la zona donde vivimos son, al mismo tiempo, encantadoras y peligrosas.

Parece mentira que estando relativamente cerca de New York City , en nuestra ciudad y los alredores haya tanto bosque. Muchas de las casas tienen jardines cuidados que, por detrás, dan directamente al mismo bosque. Y no es un bosque que yo haya visto en España. Son zonas grandes, casi sin tocar por el hombre, con árboles altos y salvajes, lagos cristalinos y todo lleno de animales. Es precioso. Mientras conduces puedes atisbar ciervos y pequeños rincones encantadores. En otoño, cuando llegamos, los colores de las hojas eran tan bonitos y vibrantes que parecía que alguien los había pintado y colocado ahí. Ahora en invierno, los árboles están pelados, pero sigue siendo bonito, y es más fácil ver los lagos y las casitas ocultas entre la vegetación. Y cuando nieva, todo parece un cuento.

Driving in October
Octubre
Driving in November
Noviembre
Driving in December
Diciembre

Todo esto, tan bucólico, tiene una cara oscura. Las carreteras pueden llegar a ser peligrosas de conducir. No es sólo lo mal que conducen aquí (algo que daría y dará para varias entradas), si no que las condiciones no siempre son las mejores. El viento, que es bastante fuerte, puede hacer que se caigan ramas. La lluvia, que puede llegar a ser torrencial, también hace que se caigan ramas y dificulta el agarre. Por suerte, estamos lejos de la costa, porque allí suele haber inundaciones leves. El río Hudson, que sí está muy cerca, hace que se formen unos bancos de niebla muy espesos en los que no se ve nada. El frío provoca heladas, a parte de nieve y hielo. Todo esto afecta al asfalto, por supuesto. Y luego también hay que tener en cuenta que las carreteras, especialmente las comarcales, están muy escasamente iluminadas. Apenas hay farolas y, muchas de ellas, tililan y fallan. Sí, como en una peli de terror.

¿Parece ya lo suficientemente peligroso? Pues aún no he hablado que pueden salir animales. Y no es algo infrecuente, por desgracia.

El día de Año Nuevo, de madrugada, vimos nuestro primer ciervo cruzando la carretera delante nuestro. Por suerte, no había apenas tráfico e íbamos bastante lentos. El animal, que a mí me pareció gigantesco (Salva sigue diciendo que era un ciervo normal, pero para mí era como una montaña), trotó con rapidez de derecha a izquierda y se nos quedó mirando desde el jardín de una casa. Minutos más tarde, pude ver los cuartos traseros de otro en el carril contrario.

Como os podéis imaginar, conducir aquí puede inspirar respeto, sobre todo de noche. Pero con cuidado, cabeza y un buen coche, nos vamos apañando. Y, por el momento, yo sigo viendo la parte bonita.

PD. Sólo diré que por esta zona, se supone que hay coyotes, linces y osos. Y si tengo que elegir, que me salga un ciervo casi parece mejor…

¡Hemos sobrevivido al 2020!

Muchas cosas han pasado que nos han mantenido ocupados, siendo las principales protagonistas las fiestas navideñas. Unas fiestas que, este año, no han sido normales para nadie que yo conozca. Y, para nosotros, han sido nuestras primeras Navidades americanas, con todo lo que la novedad conlleva.

Realmente, según lo que he podido ver, son unas fiestas muy similares a Acción de Gracias. Cambia la decoración, eso sí, que es muy exagerada. He visto casas con luces normales, luces de LED con animaciones, proyecciones con luces para cubrir cada centímetro, muñecos de cualquier cosa imaginable, con luces y sin ellas (hinchables muchos, hechos con hileras de luces otros). Lo de los muñecos no tiene nombre: docenas de tipos de Santa Claus, renos, trineos, regalos, Belenes (con palmeras y todo), ángeles, niños de coro, muñecos de nieve, bastones de caramelo gigantes (mis favoritos). ¡He visto hasta un león con un gorro de Santa! De hecho, descubrimos que muy cerca de nuestra casa, había una especie de show en el que cuatro casas del vecindario se llenaban de adornos y sincronizaban sus luces con una emisora de radio local. Si querías, podías pasarte a pie o en coche y poner la radio para disfrutarlo. A decir verdad, era bastante impresionante.

Aparte de los adornos, son unas fiestas familiares y en las que se compra mucho y se come mucho. Como en España, vamos. Claro que lo que se come es distinto y, en especial, los dulces. Aquí tienen cosas típicas británicas, como el pudding, los mince pies o los christmas logs, sumado a cientos de chocolatinas, galletas y packs para hacerte tus propias galletas, que te venden como una especie de experiencia familiar. Otra cosa que me hace mucha gracia, son los packs de constrúyete tu propia casita, de chocolate o galleta. Por supuesto, ¡nos compramos una y la hicimos! La casita no estaba especialmente rica (¡tampoco estaba mala!), pero fue una experiencia de lo más divertida y venía todo muy bien preparado. ¡Nos supo de maravilla!

Por nuestra parte, las fiestas han sido tranquilas y no hemos visto a mucha gente. Pero al igual que en España, son familiares, con la excepción de Nochevieja. Pero este año no había ganas de festejar ni tampoco estaba permitido en muchas partes. De hecho, vimos tanto las campanadas en la Puerta del Sol (por nostalgia) como la caída de la bola en Times Square. Hay que decir que la caída tiene menos gracia, pero suponemos que sin gente no es lo mismo.

Nos falta aún Reyes, que la haremos solitos pero contentos. Un detalle curioso es que aunque aquí no celebren Reyes, al menos en nuestra ciudad conocen la fiesta, principalmente por la influencia latina.

¡Esperamos que no nos traigan carbón!

Alerta de tormenta de nieve

Llevamos desde el pasado domingo preparándonos para la primera tormenta de nieve grande del invierno. Lo he leído en mi app del tiempo, lo han anunciado en la televisión, aparece como destacado en los móviles y lo avisa Alexa. Las primeras previsiones hablaban de 10 cms de acumulación. El lunes ya era de 15 a 20 cms, y hoy dicen que se espera que sean menos de 35 cms. Hace un frío de -6 ºC y se espera que la sensación térmica sea de hasta -17 ºC. Todo esto, va a durar aproximadamente 24 horas.

La compañía de electricidad nos ha enviado mensajes de texto avisando que la nieve puede hacer que se caigan ramas y se interrumpa momentaneamente el servicio. Hay una alerta pública del National Weather Service que dice que viajar puede ser «De muy difícil a imposible». Pero que si tenemos que hacerlo, que llevemos «Una linterna extra, comida y agua». Nuestro edificio nos ha avisado que despejemos las plazas de aparcamiento de la entrada para facilitar el paso del quitanieves.

Y todos, sin excepción, nos desean que estemos a salvo durante la tormenta.

¿Soy la única que tiene muchísimas ganas de que esto empiece para ver cómo es?

Seguro que al final de este invierno estoy hasta las narices de nieve y frío y mascarillas mojadas. Pero, ahora mismo, ¡estoy con mucho hype!

Escasez de adornos de Navidad

Una cosa que me parece realmente curiosa de aquí, es lo rápido que se acaba la decoración de las fiestas en las tiendas. He leído algunos artículos que hablan que este año la gente ha empezado a decorar antes, pero hay extremos que no tienen sentido. Fuimos a comprar adornos para Halloween cuando quedaban dos semanas para que empezara, y no quedaban apenas, sólo los de liquidación. Es más, ya estaban empezando a poner los adornos de Navidad.

Pese a haber visto esto, no esperábamos que también pasara con la Navidad, más teniendo en cuenta las cantidades de productos que había. Pues nada, hoy hemos tenido que rebuscar y, de milagro, hemos encontrado medias para colgar con nuestras iniciales. Como es de imaginar, de muchos colores sólo quedaba la letra X. ¿Y bolas para el árbol? Pues en esa tienda no quedaba ni una, tendremos que probar en otras.

¡Nuestros stockings!

¿Es que todo el mundo renueva sus adornos cada año y por eso se agotan con tanta rapidez? Pues no lo sé, pero me atrevería a decir más bien que este es un país tan grande, con tanta gente y tantas circunstancias diferentes, que siempre hay demanda de todo.

Y claro, también es verdad que por lo que parece, la gente está decorando para sentirse un poco mejor y más alegre en este año tan raro. ¡Veremos a ver si las Navidades del año que viene son iguales!

Carpetas de gomas

Hay una tienda a la que me gusta ir cuando tengo que comprar cosas de índole general. Tiene una buena sección de papelería y he pasado varias ocasiones viendo las variedades de bolígrafos, rotuladores y diferentes papeles. Lo que no conseguía entender era por qué no tenían simples carpetas de gomas. Y resulta que el tema tiene más miga de lo que pensaba.

Lo primero que hice fue mirar en varias tiendas online a ver si las tenían en stock. Cuando miré en una tienda especializada en papelería y manualidades, y vi que no tenían tampoco, la cosa empezó a extrañarme. Así que revisé si era un problema de la traducción al inglés que estaba usando de la palabra. Efectivamente: folder no parecía referirse a todo tipo de carpetas, si no a aquellas hechas sólo de cartón y sin cierre. Como a las carpetas que salen en los iconos de los ordenadores, vamos; lo tenía que haber sospechado. Así que probé todo tipo de sinónimos, busqué tipos de carpetas por internet y no había manera de encontrarlas. File folder, Tab Folder, Fastener folder, File jacket, 2-Pocket Folder, Portfolio… ninguna cuadraba. No fue sin esfuerzo, que finalmente descubrí el nombre que necesitaba: 3-Flap Folder. ¡Fantástico! Pero no las tenían en ninguna tienda…

Mientras tanto, íbamos acumulando papeles y papeles, y yo no sabía muy bien cómo los iba a almacenar. ¿Acabaría encargando las carpetas online, como la escoba? Y otra pregunta que me hacía, ¿cómo organizaban los americanos sus papeles? Todo me parecía demasiado incómodo. Había comprado ya una carpeta con dos bolsillos (pocket folder) y no cabían muchos papeles ni me solucionaba demasiado.

Hoy necesitaba ir a comprar sobres y clips, y fui a la tienda que me gusta porque sabía que tenían. Y me pasé de nuevo por la parte donde tenían todos los folders y los contemplé un buen rato. Entonces, se me ocurrió coger uno de ellos, que tenía dos bolsillos, y pensé: «Aquí no cabe nada». Pero entonces, vi que tenía unos agujeros perforados. Y entonces me di cuenta. «¡Claro! ¡Los agujeros son para poner varios de estos en una carpeta grande con anillas!»

Solucionado el misterio, compré la carpeta de anillas y cuatro pocket folders, y ahora tengo todos mis documentos bien organizados. Ya encargaré carpetas de gomas si las necesito, pero por ahora, todo está bien.

El problema de las escobas

Revisando los artículos que estaban rebajados por el Black Friday, he hecho un gran descubrimiento, casi oculto entre productos tecnológicos: uno de los artículos que se han agotado más rápidamente, con unas puntuaciones altísimas y miles de reviewses una escoba con un recogedor largo.

¡Y no me extraña en absoluto!

Cuando llegamos al país, una de nuestras primeras compras fue para comprar productos de limpieza. Nos habían avisado que las fregonas como en España, eran una cosa rara de encontrar. Pero encontramos una muy apañada que estaba de oferta especial y nos sentimos muy contentos. El problema llegó a la hora de comprar una simple escoba. Había de varias formas y tamaños, pero todas, sin excepción, venían con un recogedor pequeño. Hace ya muchos años que juré que no me volvería a dejar los riñones con ellos, pero era imposible encontrar un recogedor alto en ninguna de las tiendas que visitamos. Así que lo encargamos por internet. Y lo más gracioso era leer las reviews americanas, gente maravillada con la simplicidad e innovación de ese aparato. ¡Magia pura!

¿Será que en España estamos a la vanguardia de la limpieza? 😂

Sólo sé que no me extrañan las reviews en absoluto.

Alertas

Ya que está bastante claro que vamos a pasar aquí las Navidades, decidimos que debíamos decorar la casa con estilo navideño. Así que era el momento perfecto para ir a una tienda a la que llevaba un tiempo queriendo ir: Christmas Tree Shops andThat!. Oh sí, la tienda se llama así, podéis cotillear su web. Y tenía mucha curiosidad por entrar, así que ayer por la tarde nos acercamos a una que nos queda a 10 minutos en coche.

Para ir, tenemos que pasar por una zona de colinas llena de casitas bajas con jardín y muchos árboles. Soplaba mucho viento y, al girar una curva, vimos una rama enorme que cruzaba los dos carriles de la carretera. Otro coche había llegado un poco antes que nosotros, y el conductor se bajó a retirarla. Pudimos pasar sin problemas, pero nos extrañó porque tenía que haberse caído momentos antes.

Llegamos a la tienda y, como puede esperarse, pudimos encontrar bastante decoración navideña, pero también de Acción de Gracias y de cosas de decoración general. En mitad de las compras, repentinamente, empezaron a sonar al mismo tiempo todos los móviles de la tienda . El mío, que estaba en vibración, empezó a moverse de forma salvaje dentro de mi bolso. Lo cogí, y en la pantalla ponía: «Alerta de tornado. Revise la información local y busque refugio». He de admitir que me asusté bastante, y me acordé que esto ya me había pasado antes estando en Hawaii. En esa ocasión no pasó nada y, por suerte, se quedó en una anécdota. Además, mirando alrededor, la gente en la tienda estaba muy tranquila. Pero nos fuimos a pagar a ver si nos podíamos volver a casa. Salva se puso a hablar con la cajera y nos dijo que ella no creía que fuera nada grave. Otro cliente detrás nuestro nos dijo que no nos preocupáramos y que condujésemos con cuidado al volver. En ese momento, Salva dijo «¿Eso que suena es el viento?». Todos nos quedamos callados y escuchamos un bramido brutal de fondo. A la cajera incluso le entró la risa nerviosa y le dijo a una compañera que hoy les tocaba dormir en la tienda…

Fuimos a la salida y no pudimos salir a la calle. Estaba lloviendo con mucha fuerza y el viento era feroz. Varias personas estábamos en la entrada alucinando y grabando con el móvil. Miramos las aplicaciones del tiempo, y todo apuntaba a que al poco tiempo se relajaría. Y ciertamente, a los quince minutos amainó bastante y nos fuimos corriendo al coche. Pudimos volver sin problemas, aunque como se puede imaginar, no fuimos por la ruta de las colinas.

Y así ha sido nuestra primera alerta de tornado en New York. Parece que aquí prefieren curarse en salud y avisar con la mínima posibilidad de desastre. ¡Espero que sigan siendo posibilidades y no pasen de eso!

Ardillas negras

Yo nunca había visto ardillas negras hasta que llegué aquí. Por todas partes hay ardillas, tanto grises como negras, y parecen vivir juntas sin problemas. Hay tantas, que el otro día fui a comprar y a la vuelta no encontré a ninguna persona pero sí a cinco ardillas.

Como estaba extrañada, investigué un poco al respecto, y resulta que las ardillas negras en realidad son una mutación genética bastante frecuente. Así que realmente son ardillas grises (la especie concretamente es Ardilla de las Carolinas), pero algunas son más oscuritas que otras. De cerca y con sol, se ve que son marrón oscuro, pero de lejos, son negras.

Me gusta esto de tener tantos animales cerca, no estaba acostumbrada a esto en Madrid. He visto ardillas, ardillas listadas, gansos de Canadá, cuervos, arrendajos azules, gaviotas, estorninos… Aún no he visto ciervos, pero seguro que veo pronto.

Veinte semanas

Pese a que aquí la situación es muy similar a la de España, la COVID19 nos genera problemas inesperados. El primero de ellos, que es quizás uno de los más relevantes, es que hace complicada la socialización. La gente sale menos y tiene menos ganas de hacerlo. Además, las mascarillas muchas veces hacen que sea difícil entenderse, y más cuando aún no tengo el oído hecho al acento neoyorkino ni tengo cogida la pronunciación.

Hace unos días en el supermercado, un hombre me preguntó algo en la cola para pagar y yo fui incapaz de entenderle. Me lo volvió a repetir y sólo puede farfullar impotentemente un «I’m really sorry, I can’t understand you». El hombre, que se le notaba algo desesperado, se apartó la mascarilla para poder hablar mejor. Y entonces vi que apenas tenía dientes y me sentí realmente mal, porque seguía sin entenderle y no era su culpa. Al final, una mujer que estaba detrás mío le respondió y él se fue. No entendí a ninguno y me sentí completamente boba…

El otro gran problema que nos está causando el virus, es un problema con algunos suministros. Mientras que las cosas básicas como los alimentos, están garantizadas, en otras como los muebles o la electrónica, hay una escasez evidente. Y todo parece ser un problema de transporte, porque si el producto está en stock, lo tienes en el momento. Pero si no está, tardan semanas en reponerlo. Por esto, el sábado pasado fuimos a mirar sofás, y en la primera tienda que entramos nos dijeron que tardarían 20 semanas en llevárnoslo. ¿¿Cómo?? Esto nos pareció una exageración, y salimos de la tienda.

Nos pasamos el sábado visitando varias tiendas de muebles más y, sin ser tan exagerados, sí que en la mayor parte de ellas nos entregaban los muebles en unas 6 semanas. Finalmente, encontramos una con un sofá que nos gustó mucho y que «sólo» tardarían 4 semanas. Como nos quedaba aún una tienda por ver, que además estaba justo en frente, le dijimos a la vendedora que volveríamos en un rato. Fuimos a la otra tienda, revisamos los sofás, y vimos que realmente nos gustaba más el anterior. Así que volvimos y localizamos de nuevo a nuestra vendedora. Revisó los datos, y nos avisó que ahora el sofá llegaría a principios de diciembre. ¿Cómo es posible? ¡Ha pasado media hora y ha cambiado a 6 semanas! Resultaba que era una cadena de tiendas muy grande y el inventario era general para todas, así que en ese tiempo se había agotado el inventario para esas fechas…

Por supuesto, lo encargamos. ¡A saber cuántos retrasos más podría haber! Y ahora ya sólo nos queda esperar… pero no sentados.


Alquileres y mudanzas

Nos hemos conseguido mudar en una semana, por increíble que parezca. El viernes pasado, el 2 de octubre, firmamos el contrato. La cosa es que como ya habíamos visto muchas casa por internet, teníamos bastante claro lo que queríamos y sólo nos quedaban detalles que sólo se pueden ver en persona. Curiosamente, la que al final hemos elegido era la que menos nos llamaba la atención, pero las condiciones son muy buenas, la casa tiene muy buena pinta y la atención fue estupenda.

¿Cómo fue ver casas aquí? Pues muy condicionado por la COVID. Por supuesto, mascarillas obligatorias y en muchas, con guantes. En varias de ellas tenían lo que llamaban self guided tours, en los que nos daban las llaves y nosotros las devolvíamos cuando acabábamos. Esto no estaba mal, sobre todo porque no había límite de tiempo ni agentes pesados, pero nadie contestaba las dudas y se sentía muy impersonal. Los pisos aquí son muy caros, y los acabados no son siempre los mejores. Así que da un poco de rabia ver el dineral que te piden por algo que tampoco es lo más nuevo ni lo de mejor calidad. Pero creo que finalmente hemos elegido bien, veremos a ver qué tal.

La única cosa un poco rara de nuestra nueva casa es que no tiene lámparas ni en el salón ni en las habitaciones. Es curioso, porque los interruptores existen y, al principio, creíamos que no funcionaban. Pero entonces Salva vio que tenían unas pegatinas redondas, rojas y verdes, y se dio cuenta que también había enchufes que tenían las mismas pegatinas y que se correspondían con ellas. Así que al menos ahora sabemos dónde deberían ir las lámparas.

Ahora estamos liadísimos comprando cosas y acondicionando la casa. El sábado pasado fuimos a comprar la cama, y el vendedor era un hombre absolutamente encantador. No hacía más que decirnos que no nos podía engañar, porque estaba orgulloso de su trabajo y había un poder superior que lo gobernaba. Y cuando decía esto, se reía, levantaba las manos y miraba al cielo. Un espectáculo, y pese a todo, profesional y rápido, ¡así que muy contentos!

¡Ahora a seguir amueblando y descubriendo!

Cómo entramos en Estados Unidos en plena pandemia

Sin duda, el último mes ha sido uno de los más extraños de mi vida. Extraño e incomparable. Porque no es solamente la primera vez que me mudo a otro país e intento adaptarme a una cultura e idiomas diferentes al mío. Es sobre todo el contexto en el que ha sucedido todo, el hecho de que el Coronavirus ha venido, se ha quedado, y está echando raíces entre nosotros. Eso hace que nada sea fácil.

La vida de mi familia llevaba mucho tiempo en suspensión. Desde que habíamos decidido trasladarnos a Estados Unidos y Salva firmase con la empresa americana, todo había ido muy lento. Primero, esperando la documentación de la visa y de la empresa, que había llevado un año por las condiciones previas (nuestra visa es una L), y otros cinco meses de retraso por el papeleo. Y después, la elipsis más desesperante, esperando a que se aliviase la crisis provocada por el Coronavirus. Cuando el día 12 de marzo se cerraron las fronteras con Estados Unidos, nadie suponía que en septiembre continuarían cerradas y sin vistas a abrirse.

A finales de agosto, cuando las vacaciones ya habían terminado, nos sentamos a hablar del futuro. Teníamos que habernos ido a principios de abril y seguíamos atascados y bastante desesperanzados. Necesitábamos retomar el control de nuestra vida, replanear si era necesario, pero avanzar al fin y al cabo. ¿Seguíamos esperando o qué podíamos hacer? La proclama presidencial que cerraba las fronteras, prohibe viajar a Estados Unidos a ciudadanos que hayan estado los últimos 14 días en el espacio Schengen. Pero…¿y si pasábamos 14 días fuera de este área?. Parecía posible pensar que se podría hacer de esta manera.

Decidimos tomar esto como una verdadera última oportunidad y comenzamos a movernos de nuevo, con un gran objetivo en el horizonte más inmediato.

Primero, había que identificar desde qué países se podía entrar a EEUU y cuáles eran los que permitían entrar a españoles. La situación de la COVID19 había empeorado mucho en España a lo largo de agosto y estaba habiendo muchos rebrotes, por lo que muchos países que habían reabierto fronteras con España ahora las estaban cerrando a cal y canto. Y la situación era tan extrema, que las condiciones cambiaban de un día para otro. Mención aparte merecen los vuelos: no podíamos hacer escala en las zonas prohibidas, ya que eso también se consideraba estar en esos países. Con las compañías aéreas tocadas por la pandemia y reduciendo vuelos y flota, esto se convirtió en un rompecabezas.

Finalmente sólo nos quedaron dos opciones que veíamos factibles: Estambul, en Turquía y Santo Domingo, en República Dominicana. Ambos tenían exigencias bajas de viaje: sólo nos pedían llevar tests PCR. La diferencia era que uno estaba cerca de casa y el otro estaba cerca de New York. Después de mucho pensarlo, finalmente decidimos que, si nos rechazaban, era mejor que lo hicieran en la parte más corta del viaje. ¡Así que escogimos Santo Domingo!

A todo esto, nos aprobaron la mudanza para el día 3 de septiembre, y empaquetaron todo lo que nos íbamos a llevar. Nuestra meta era mudarnos en una semana. Teníamos tanto estrés y tantas preocupaciones que apenas estábamos durmiendo, despertándonos en mitad de la noche con la idea de que se nos había olvidado guardar algo. Yo llevaba ya dos semanas sin parar entre rellenar documentos, hacer cajas y limpiar y tirar cosas. Para mayor diversión, la mayoría de nuestra familia y amigos ni siquiera lo sabían, porque no queríamos preocuparles si no lo conseguíamos… Era una locura.

Finalmente, el día 7 nos hicimos las PCR, y cuando tuvimos los resultados, compramos los vuelos y el hotel de Santo Domingo. El día 10 de septiembre nos fuimos al aeropuerto con el corazón en un puño, las pruebas PCR en una mano y la visa en la otra. No nos pidieron las pruebas en ningún momento, nos montamos en el avión y aterrizamos agotados varias horas después. En inmigración tampoco nos pidieron las pruebas y, alucinando de lo fácil que había sido, nos fuimos al hotel.

Apenas salimos de ese hotel los 15 días que estuvimos. Había un toque de queda a las 19:00 horas entre diario y a las 17:00 horas en fin de semana, y el calor era demasiado agobiante como para estar fuera. Así que hicimos un par de visitas rápidas al centro y el resto lo pasamos entre la piscina y el lounge del hotel.

El 26 de septiembre nos dirigimos al aeropuerto de nuevo a coger el vuelo a New York, bastante nerviosos. En el aeropuerto nos trataron muy bien, nos pideron la documentación varias veces, lo explicamos todo (por suerte en español, otro de los motivos para ir allí), y pasamos sin demasiados problemas. Cogimos el avión y llegamos al aeropuerto JFK en New York…

Llegando al JFK, septiembre de 2020

Ha sido la vez que menos tiempo he pasado en el control de inmigración en Estados Unidos: el oficial de aduana parecía que tenía prisa. No hicimos cola, el oficial nos vio la documentación, nos pidió los datos y entramos. ¡Un mes de preocupación resuelto en 10 minutos!

¡Y así es como empieza nuestra aventura americana!

Welcome! Bienvenidos!

Cuando en el año 2020 mi familia y yo conseguimos mudarnos a Estados Unidos, desde Madrid, ¡nadie pensaba que el mundo se iba a volver patas arriba! Esto es un espacio donde compartir pensamientos, curiosidades y contrastes, de toda esta experiencia.

De momento, todo el contenido del blog está en español, ya que está orientado para españoles. Espero poder cambiarlo poco a poco y tenerlo también en inglés.

Todas las fotos o dibujos de aquí son hechos por mí, a menos que se especifique lo contrario.

¡Gracias por leer!


By now, all the contents in the blog are in Spanish since it is oriented toward Spanish speakers. I hope I can gradually change that and have everything in English too.

I have made all pictures and drawings posted here unless specifically said otherwise.