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Pascua y cerezas

Poco a poco empieza a parecer que estamos en primavera. La Pascua está a la vuelta de la esquina, con los niños buscando los huevos de chocolate y los conejitos de dibujos animados. No deja de hacerme gracia la cantidad de dulces que se crean (y se consumen) especificamente para las fiestas. Y aunque no comas dulces, es relativamente común que te regalen flores (tulipanes o narcisos son los clásicos), o una tarjeta.

La peor tarjeta de Pascua que he sido capaz de encontrar.

Por cierto, los conejitos reales, no los de Pascua, ya se están empezando a dejar ver, al mismos tiempo que muchos pájaros, que en invierno casi no se veían. Zorzales robín, mockinbirds, y estorninos, y también hay muchos cuervos. Como está lloviendo bastante, aún no se ven tantas flores como el año pasado, pero también empiezan. Atisbar los tonos rosas de las primeras flores de los ciruelos de jardín desde la ventana, se ha convertido en la primera señal del buen tiempo. Se nota también que están volviendo los eventos y la vida más a la normalidad. Sí que hubo desfile de Saint Patrick -el famoso de Manhattan, e incluso uno en nuestra ciudad-, y además hemos recibido una revista llena de actividades locales para todas las edades, junto con festivales varios, que se están volviendo a realizar. La verdad es que esto era un poco lo que esperaba cuando pensábamos mudarnos aquí, antes de la pandemia. Ahora con los contagios remitiendo en todas partes, y llevando más de un mes sin mascarillas obligatorias, parece que vuelven.

Yo estaba esperando el festival japonés de la floración de cerezo, ya que me enteré que hacían uno enfente de nuestra casa (hay un parque con más de 100 cerezos). El año pasado fue impresionante ver las flores y, desde que pude vivir la fiesta real cuando estuve en Tokio, me apetecía muchísimo volver a verlo. Pero parece que no se va a hacer este año tampoco.

Flor de cerezo Kanzan del año pasado.

Así que tendré que esperar un poco más, seguir admirando las flores, e intentar ir a otro de los múltiples eventos de la primavera. ¡Sólo espero que el tiempo acompañe!

Qué hacer cuando te duele la cabeza

Una de las cosas diferente en los EEUU y de la que aún no había hablado aquí, son los medicamentos. No, no voy a hablar de que se llaman diferente; eso debería ser evidente, ya que son marcas comerciales. Hay otras cosas mucho más curiosas.

Para empezar, aquí también existen medicamentos sin receta y con receta. Los que no tienen receta, se conocen como Over-the-counter medicine, que viene a ser como si dijéramos que están «antes del mostrador de la farmacia». Esto es lo mismo que en España: medicamentos para el alivio del dolor, constipados, alergias, heridas no graves,… esas cosas. Lo curioso es que aquí, estas medicinas no sólamente se pueden conseguir en farmacias especializadas, si no que lo más normal es comprarlos en supermercados, tiendas de conveniencia o incluso en gasolineras. Estas tiendas suelen tener una sección de Pharmacy donde los puedes encontrar, y luego pedir también los medicamentos con receta en otro mostrador a parte. Y por si os lo preguntais, sí, las vacunas para la COVID19 también se ponen en estas farmacias de supermercados.

La farmacia de mi supermercado más cercano. Dentro se ve al farmaceútico, y los medicamentos sin receta están justo delante, como un pasillo más del súper.
Ejemplo de medicamentos over-the-counter en el supermercado. Son marcas de ibuprofeno.

También hay que decir que las farmacias aquí (las tiendas que son un comercio en si mismas), son más bien droguerías. Sí, tienen los dos tipos de medicamentos, y cosas normales de farmacia como pañales o productos de higiene, pero también venden muchas otras cosas: papelería, flores, comida preparada, productos de limpieza, etc. De hecho, yo me quedé alucinada cuando descubrí que para hacerse una foto de carnet, lo normal era irse a una farmacia. ¡Una vez incluso devolví un paquete en una!


Otra de las cosas curiosas que pasan aquí, son los anuncios de medicamentos. En España estamos acostumbrados a que cuando llega el invierno, vemos por todas partes anuncios de antigripales y anticatarrales, al igual que con las alergias al llegar la primavera. Aquí, sé que hay publicidad de medicamentos sin receta, pero yo no he visto apenas. Lo que sí que veo, es muchísima publicidad de medicamentos que vienen directamente de las farmaceúticas. Todos estos anuncios tienen el mismo patrón: muestran muchos datos, con imágenes tranquilas y familiares, o con mascotas divertidas, y terminan diciendo «pídele a tu médico que te recete nuestros medicamentos». Además, suelen ser para enfermedades graves como cáncer, diabetes o hepatitis.

Una muestra de diferentes anuncios de fármacos que he captado mientras veía la televisión.

Lo primero que hay que decir es que sólo hay dos países en el mundo que permiten a las farmaceúticas publicitarse directamente al consumidor: Estados Unidos y Nueva Zelanda. Para mí como europea, esto suena totalmente distópico. ¿No tendría que ser mi médico, un profesional formado, quien me aconsejara sobre la medicación? ¿Cómo puedo saber que una medicación es mejor que otra con un anuncio, sobre todo para cosas tan graves? ¿Estarán creando una falsa necesidad? ¿Confundirán a gente con síntomas parecidos? No debo de ser la única con dudas, porque hay mucha polémica con estos anuncios. Sé también que hay médicos que opinan que esta publicidad da información a sus pacientes y que eso hace que tomen decisiones más informadas, como se puede leer en esta encuesta del año 2004 de la FDA (Food and Drug Administration o Administración de Alimentos y Medicamentos). Mucha gente parece opinar que es un poco como buscar en internet tus síntomas antes de ir al médico… es un poco inevitable y hay que tener cabeza.

No deja de parecerme un poco loco todo, pero tengo que ir al supermercado hoy, y ya que estoy, aprovecharé para comprar desodorante, paracetamol y leche, que está todo en pasillos contigüos. Al menos, es muy cómodo.

Lloviendo hielo

Sigue haciendo mucho frío, y pese a todo, el tiempo se empeña en querernos sorprender. La semana pasada tuvimos un fenómeno conocido como lluvia engelante. Se trata, como podemos leer aquí, de nieve que se derrite al caer, conviertiéndose en agua, y luego se congela de nuevo y se convierte en hielo al impactar. Como resultado, todo queda cubierto con una fina capa de hielo, que pareciera como si estuviera mojado, pero realmente está congelado. Es precioso, sí, y tremendamente peligroso, porque es facilísimo resbalarse. Pero es increíble ver todo congelado, lleno de cristalitos de hielo como si fuesen lucecitas, y carámbanos por todas partes. También con este fenómeno el agua se congela, y hemos podido ver lagos enteros e, incluso, partes del río Hudson ¡totalmente congeladas!

En las imágenes se pueden ver carámbanos en las tuberías, en unas ramas en un canal, cuya agua se había congelado, un detalle de una hoja y unas ramitas totalmente congeladas y lluvia congelada en un coche.


Pero no pasa nada por el frío. ¡Tenemos San Valentín a la vuelta de la esquina! ¡Y ya estamos casi preparados!

Los típicos dinosaurios de San Valentín…

No tengo palabras para algunas de las cosas que encontramos aquí… 😂

Un frío muy negativo

Desde que tenemos un dispositivo Echo, todas las mañanas miro el pronóstico del tiempo para el día, aunque esté configurado en grados Fahrenheit (a los cuales me voy acostumbrando). Este es nuestro segundo invierno viviendo aquí, pero ya el año pasado aprendí que si empezaba a ver temperaturas que me parecían normales en Celsius, como 15 o 10 grados, era algo muy malo.

Al igual que el invierno pasado por estas fechas, ya hemos tenido la primera tormenta de nieve del año. La verdad es que estas última semanas habíamos visto como nevaba varios días, pero no llegaba a cuajar más de 3 o 4 centímetros. Pero nos empezaron a llegar avisos para prepararnos para el viernes por la noche: se esperaban entre 20 y 35 centímetros de nieve. Sí, era mucho. Pero no parecía ser lo peor, porque el problema era que iba a haber tormenta, y el viento podía ser muy peligroso. Aparte de bajar las temperaturas, por supuesto. Así que el viernes estuvo todo el día nevando. Desde por la mañana, que nevaba poco pero continuamente y sin cuajar, hasta última hora de la tarde, que empezó a acumularse. Las temperaturas cayeron en picado, y el sábado por la mañana nos levantamos hasta arriba de nieve y con -9ºC y una sensación térmica de -30ºC. ¡Y seguía nevando!

El sábado fue un día bastante perdido. Había demasiada nieve, hacía un viento helador que lanzaba los copos violentamente en todas direcciones, y las máquinas quitanieve municipales no daban de sí. Las veíamos pasar, una y otra vez, y no había manera. Mucha gente no pudo ir al trabajo, por no poder sacar el coche. De hecho, presenciamos como un todoterreno 4×4, de la marca RAM, era incapaz de subir una cuesta. No sé si todo el mundo conoce este tipo de coches, pero sólo diré que el capó me llega a mí al hombro. ¡Y que es un todoterreno!

Alrededores de nuestra casa. ¡La acera y la carretera casi ni se distinguen!

Y pese a todo, mi sensación era de que… no era para tanto. ¿Hacía mucho frío? Bueno, pues habría que sacar las botas y abrigarse. ¿Había mucha nieve? Habría que ir con cuidado y no sacar el coche hasta que limpiasen las carreteras. Además, como llevaban días avisando, teníamos la nevera llena. ¡Y podíamos aprovechar para sacar fotos!

Detalle de la nieve atrapada dentro de unas hojas de arce japonés.

Debe de ser que ya me voy acostumbrando al tiempo de aquí, pero la verdad es que ni me siento intimidada por la tormenta ni me siento extrañada por el frío. Me hace gracia contar a la gente que hemos tenido -20ºC o -30ºC, pero lo que me es más… incómodo, más que otra cosa, es que se me resequen los labios y las manos por el frío. Y los odiosos, odiosos calambres, claro.

Por lo demás, estoy casi, casi aclimatada. ¡A ver si sigo así!

Navidades en tiempos de Omicron

¡Feliz año nuevo! Qué barbaridad, ¡cuánto tiempo sin escribir! Tengo que decir que han sido unos meses muy alocados. La causa principal de estrés, fue que ¡conseguimos ir a España a pasar las vacaciones de Navidad!

Las fronteras, que cerraron el día 12 de marzo de 2020, se reabrieron el 8 de noviembre de 2021, tras 20 meses cerradas. Los expatriados llevábabamos meses sin poder ver a nuestras familias, pese a estar vacunados, pese a que nuestros países estaban en mejores situaciones epidemiológicas que Estados Unidos. Pero finalmente, se empezaron a oír rumores fuertes en redes sociales, y se anunció la apertura el pasado septiembre.

Con mucha alegría, reservamos los billetes para volver a España, y aprovechando, nos decidimos quedar todas las Navidades. Nos leímos la información sobre lo que necesitábamos para entrar, y cogimos cita para el refuerzo de la vacuna, por si acaso.


Y entonces, como si del malo de un videojuego se tratase, apareció Omicron. Hay que decir que, hasta entonces, la sensación que se respiraba por aquí era de prácticamente normalidad. No había que llevar mascarilla en exteriores ni en la mayor parte de los interiores, pese a que eso quedaba a discrección del comercio. En algunos lugares pedían el pasaporte de vacunación (el estado de New York tiene uno propio), pero como norma general, todo estaba muy tranquilo.

Cuando se descubrió Omicron, el estado de New York declaró preventivamente el estado de alarma, aunque aún no se habían detectado casos. Curiosamente, los primeros síntomas se detectaron en un viajero que vino a una convención de manga y anime, la Anime NYC 2021, a la que varios de nuestros amigos atendieron con sus hijos (ninguno cogió nada). Y poco a poco, Omicron fue tomando Manhattan. Pero como al principio fue lento, y la ciudad estaba en Navidad, la gente se echó a la calle deseosa de luces, compras, fotos para Instagram, y algo de normalidad. Nosotros bajamos un par de veces en diciembre y una noche, había tanta gente junto al famoso árbol de Navidad del Rockefeller Center, que nos quedamos atascados en la multitud. Y no todo el mundo llevaba mascarilla en aquel momento. Para mí, que he podido experimentar el Manhattan casi vacío de pandemia, fue algo impactante y agobiante. Hacía mucho tiempo que no tenía a tanta gente a mi alrededor.

Multitud en el Rockefeller Center la primera semana de diciembre de 2021. Aunque no se aprecia toda la gente que había, se puede ver que no todos llevan mascarilla.

Con todo esto, empezaron las primeras alertas de posibles contactos con positivos. La primera que tuvimos nosotros, fue nada más encender el móvil al aterrizar en España. Y a partir de ahí, fue un no parar. Muchísima gente conocida cogió Omicron cuando estábamos en España. En olas anteriores, yo conocía a una o dos personas afectadas. Pero esta vez, era una exageración: familia y amigos, niños y mayores, gente aislada y gente que salía mucho. Nosotros nos hacíamos tests de antígenos cuando veíamos algún problema (que encima se agotaban enseguida en las farmacias), pero nos sentíamos constatemente como si estuviésemos esquivando balas. El miedo generalizado al contagio nos empezó a permear y, cuando antes habíamos ido por la calle sin mascarilla, en España ni se nos ocurría. Todo el mundo llevaba, además. Y cuando aquí no habíamos tenido problemas con entrar en todos lados y estar con otras personas, aquí reducíamos los encuentros lo máximo posible e intentábamos estar en terrazas siempre. No éramos los únicos: muchos amigos en España no habían dejado esas precauciones en toda la pandemia. Y eso que se notaban las vacunas: síntomas mucho más leves que antes, y los que conocíamos se recuperaban mucho más rápido. Pero ahí estaba ese miedo. Y que en nuestro caso, también estaba fomentado por el hecho de tener que coger un avión de vuelta con un test limpio…

Finalmente, tuvimos la suerte que no nos contagiamos y pudimos volver a casa sin mayores problemas. ¿Sería porque teníamos el refuerzo reciente? ¿Sería que tuvimos suerte o que nos cuidamos muy bien? No lo sé, supongo que ya nos tocará, pero no esta vez.

Me quedé, sin embargo, pensando en que es curioso el contraste que vimos. ¿No se debería tener menos miedo en un país donde el índice de vacunados es tan alto? Quizás sí, pero el respeto al virus que vimos en España era muchísimo mayor que aquí. Como datos, decir que ahora mismo, el porcentaje de vacunación de EEUU es del 63,3%, y el de New York es del 73,5% (el séptimo más vacunado). Y España tiene un alucinante 90,6%.

Al volver a los Estados Unidos, ya hemos visto que se ha reinstaurado el uso de mascarillas obligatorio en interiores, y que más gente la lleva por la calle. Es más, por fin ha empezado aquí el debate sobre qué mascarilla es mejor, que se dio en España al principio, ya que aquí sólo es obligatorio cubrir la nariz y la boca con tela, y mucha gente usa pañuelos o bragas. Y es que en los últimos 15 días se han registrado casi 11 millones de casos nuevos. En España, en toda la pandemia, no se ha llegado a los 9 millones.

Y con todo, aquí se sigue notando menos miedo. ¿Por qué será?

Lo que llega con el invierno

Los días son ahora muchos más cortos. Con el cambio de hora, empieza a anochecer sobre las 4 de la tarde, y ya empieza a notarse el frío, sobre todo por las noches. Atrás queda ya Halloween (que por cierto, me he dado cuenta que he empezado a pronunciarlo Hal-o-WIIN), pero ya casi estamos en Acción de Gracias y luego enseguida Navidad. Aún nos queda hasta llegar a las temperaturas más frías, pero ya hay que sacar los abrigos y poner algunos días la calefacción. Y con el frío, empieza el fenómeno que, para mí, es lo que verdaderamente define el invierno aquí: los calambres.

No es algo que la gente suela comentar cuando habla del invierno en Nueva York, pero es innegable. La calefacción y los calentadores, secan el ambiente, y esto combinado con el frío exterior hace que haya muchísima carga de electricidad estática. ¿Y esto que supone? Pegarse calambrazos terribles todo el tiempo. Pomos de puertas, interruptores de la luz, manijas de coches, estanterías del supermercado, darle la mano a alguien para saludarle… ¡A veces las chispas son tan grandes que las puedes ver! Para mí, ¡fue una impresión! Por cierto, en inglés se llaman electric shocks. ¡Muy apropiado!

¿Qué más afecta a que haya más calambres? Las prendas de lana (ahora, que es cuando se usan), las secadoras de ropa (hay que usar toallitas especiales) y, sobre todo, las moquetas. Odiosas moquetas. En casa tenemos moqueta en las habitaciones, algo que es por desgracia muy común aquí, y es nuestra perdición. Tenemos que descargarnos en objetos metálicos cada cierto tiempo, porque los calambres pueden ser tremendos. Más de una y más de dos veces, me he levantado a por algo y al volver me ha pegado un calambrazo el teclado del ordenador. Calambrazo y susto, que encima te dejan frita y perjurando. 😭

Métodos para prevenir la estática en la ropa, toallitas y pelotas de lana para la secadora.

Este año todavía no ha empezado fuerte, pero vamos a ver si nos compramos un humidificador para controlar la humedad del ambiente y así intentar mantener a raya el horror de los calambres. ¡Esperemos que funcione! 🤞

Naturaleza salvaje

Halloween está a la vuelta de la esquina, y el tiempo empieza a refrescar bastante. Así que las ganas de hacer actividades al aire libre son ahora muy altas, porque sabemos que dentro de poco va a hacer demasiado frío. Además, los árboles están preciosos y todo esto está lleno de senderos para andar y hay animales por doquier. Pero este hecho, que es muy atrayente, puede también ser directamente peligroso. Es por ello que os quería enseñar fotos de algunos carteles de advertencias de animales salvajes que hemos encontrado en nuestros viajes por Estados Unidos. Estos carteles se encuentran normalmente en zonas públicas y dan información y precauciones a tomar con los animales que puedes encontrarte cerca. Como norma general, es importante no dar de comer a ningún animal salvaje y procurar dejarles espacio. Esto es verdad para todos, desde ardillas hasta ciervos, que parecen inofensivos, pero igual no lo son tanto. Sobre todo porque muchos transportan garrapatas… Normalmente no pasa nada, pero hay que ir con cuidado. Porque la naturaleza es maravillosa, pero también hay que respetarla.

Osos

Cartel encontrado cerca de Chapel Pond, en Keene Valley, NY.

Los osos no son ninguna broma, y en el norte no es tan difícil encontrárselos. En una carretera preciosa, paramos para ver las vistas y nos encontramos este cartel, cerca del comienzo de una ruta de senderismo. En él podemos leer, malamente, lo siguiente:

¡Atención! Actividad alta de osos negros

GUARDE la comida, la basura, la comida de animales o los artículos de aseo en su vehículo o en un contenedor a prueba de osos.

NUNCA deje comida, neveras o mochilas desatendidas.

NO coma en el mismo sitio en el que duerma.

NUNCA dé comida a un oso.

Si el oso se aproxima, HAGA RUIDO y RETROCEDA DESPACIO, NO CORRA.

La última línea no es muy legible, pero entiendo que pide que se reporten los encuentros con osos al DEC (Department of Environmental Conservation o Departamento de Conservación Medioambiental).


Coyotes

Cartel encontrado en el parque estatal Brenton Point, en Newport, RI.

Los coyotes pueden llegar a ser bastante peligrosos, pero también pueden resultar simpáticos porque parecen perros, un poco como le pasa a los zorros, o a los coydogs (el híbrido de perro y coyote).

Este cartel nos lo encontramos visitando Nueva Inglaterra, no muy lejos de Newport, que es una ciudad muy turística en verano. Este punto, cerca de una zona de picnic al lado de un parque, era también el comienzo de un parque nacional. Podemos leer:

Aquí viven coyotes

Alimentarlos va en contra de la ley.

Por favor, quite o elimine cualquier desperdicio comestible, incluyendo comida de picnics, fruta y otros snacks, y cualquier cebo o restos de limpiar pescado.

Los restos de comida aumentan el tránsito de coyotes y las oportunidades de que interactúen con personas y mascotas. También atraen a otros animales carroñeros como mapaches o mofetas.

¡Ayúdenos a mantener la vida salvaje, salvaje!


Tiburones

Cartel encontrado en la playa Lighthouse, en Chatham, Cape Cod, MA.

¿Puede haber algo más terrorífico que llegar a una playa para bañarte y encontrarte este cartel en la entrada? Desde luego, a mí me impactó. En el cartel se lee:

PELIGRO

Grandes tiburones blancos cazan focas en las aguas poco profundas de esta playa. A lo largo de esta costa, los tiburones blancos han matado y herido de gravedad a varias personas

Conozca el riesgo cuando se meta dentro del agua.

Descarge la aplicación Sharktivity para recibir alertas y comunicar avistamientos.

A mí lo de la aplicación me alucina, pero la verdad es que es útil…

¡Por cierto! Dato «divertido»: ¡A muy poca distancia de esta playa se grabó la película de Tiburón (Jaws)! 🤭


Focas

Cartel encontrado en el parque nacional Breezy Point Tip, en New York.

Parece como que las focas fueran solamente de climas polares, pero aquí también hay. Son relativamente frecuentes en la costa, sobre todo en playas apartadas de los turistas, playas privadas (las cuales hay muchísimas más de lo que parece) o playas protegidas.

Este cartel lo encontramos en una playa de un parque nacional, pero muy cerca de la ciudad: justo debajo de Brooklyn, y con vistas de Manhattan de lejos. Podemos leer lo siguiente:

Es normal ver focas o cachorros de focas solos en la playa. Este comportamiento es conocido como arrastre o descanso.

Permanezca a 150 pies de las focas (la longitud de tres autobuses escolares).

No acose, toque, alimente, dañe o moleste a las focas.

El acoso sucede cuando nuestro comportamiento cambia su comportamiento.

Mantenga a las mascotas con correa.

Limite el tiempo que está con los animales a menos de 30 minutos.

Recuerde que las focas son animales salvajes que pueden morder y transmitir enfermedades.

Si una foca aparece herida o enferma, llame al teléfono 24 horas de New York Stranding Hotline.


Garrapatas

Cartel encontrado en el Saratoga Spa State Park, en Saratoga Springs, NY

Las garrrapatas puede que sea el animal más peligroso que haya por aquí. Y el motivo es lo sencillo que es que te pique una y que sus picaduras pueden tener consecuencias graves si no se tratan, como la enfermedad de Lyme. Por eso, es bastante normal que haya carteles advirtiendo de ellas en cada parque, y no es difícil comprar repelente para ellas en cualquier supermercado. Es más, es muy recomendado, sobre todo en verano.

Hay que decir también que los ciervos son uno de los principales vectores de transmisión de garrapatas. ¡Así que ni se os ocurra tocarlos!

Este cartel es una captura de pantalla de una excusión que hicimos por una ruta en el parque estatal de Saratoga Springs, al norte de Albany. En el cartel pone lo siguiente:

PELIGRO

Las garrapatas en este área PUEDEN causar.

ENFERMEDAD DE LYME y otras enfermedades transmitidas por garrapatas.

Para evitar mordeduras de garrapatas:

  • Considere usar repelentes de insectos; siga las instrucciones de la etiqueta.
  • Camine por el centro de los senderos, evitando la hierba alta y los arbustos de los bordes del camino.
  • Busque diariamente garrapatas en usted, sus hijos y sus mascotas.
  • Extraiga cuidadosamente las garrapatas que estén adheridas. Unas pinzas de punta fina es el método que mejor funciona.
  • Dúchese justo después de estar al aire libre.

Poca broma las garrapatas, vamos siempre con cuidado. Porque además, ya conocemos a alguna persona a quien le han mordido 😥.


¡Espero que os haya parecido curioso! Y que hayais aprendido sobre los encuentros con la vida salvaje de aquí. Hay muchos más animales, y muchos más carteles curiosos, intentaré ir recopilando más de ellos. ¡Para que no digáis que no os he advertido!

Comida o Snacks

Hace poco empecé a ver que volvía a haber excasez de algunos productos básicos. Empezó con algunos productos lácteos, y luego comenzó a verse poco papel higiénico de nuevo, como pasó al principio de la pandemia. Así que busqué información sobre ello, y vi que efectivamente había problemas de suministros en varias partes de Estados Unidos. Los artículos que leí, señalaban como causa principal la escasez de trabajadores (de la que probablemente hable en otra entrada), que afecta tanto a la cadena de suministros como a la distribución. Y también nombraban qué era lo que más faltaba: papel higiénico, nata, latas de conservas y de bebidas, y… ¿Lunchables?. ¿Qué son los Lunchables? Los artículos hablaban de padres preocupados que no podían encontrárlos por ninguna parte…

Así descubrí que Lunchables es una marca que comercializa comida en cajitas de plástico, preparadas para que los niños se lleven al cole. Hay varias marcas más de este tipo, creadas con la idea de ahorrar tiempo y dinero del comedor a los padres, que pueden mandar a su hijo con eso en la mochila para comer. El problema, es el contenido de esa cajita. Las hay de varios tipos, pero normalmente son crackers de pan, un par de rodajas de queso, otro par de fiambre, una barrita de chocolate y a veces hasta una bebida. Estas cajitas han sido ampliamente criticada por contener grandes cantidades de sodio y grasas en una sola ración, y por tener un muy bajo contenido nutricional. Desde finales de los años 90 se llevan denunciando, y algunas marcas han sustituído y mejorado sus packs para hacerlos más sanos. Pero aún así… ¿los padres están en serio deseosos de dar esto de comer a sus hijos?

Cajitas de snacks para el cole, recién repuestas.

Todo esto me llevó a reflexionar un poco sobre varias cosas que ya había visto con la relación de los americanos con la comida. Por supuesto, no se puede generalizar, pero se ven patrones que parecen comunes, así que voy a intentar aportar también algunos datos. Y el caso es que me gustaría hablar de algo que para mí es claro: a los americanos les encantan los snacks. Entendemos como snacks raciones pequeñas de comida que se pueden transportar fácilmente, para que partamos de la misma base, es decir, patatas fritas, chocolatinas, palomitas, frutos secos, galletas, barritas, etc.

Una empresa americana, Go Raw, hizo el pasado junio una encuesta a 2000 americanos sobre sus hábitos alimenticios. Descubrieron que 7 de cada 10 llevaban siempre encima algún tipo de snack, y que el 51% de ellos sustituía una comida real por snacks al menos 3 veces a la semana. Los snacks son convenientes, pero me da la sensación que mucha gente los usa demasiado, y se me hace raro pensar en sustituír una comida sólo por ellos… Y sí que es verdad que quí hay mucha gente que come cada poco tiempo, parece algo muy normal. Recuerdo que una vez fuimos a un museo al aire libre con unos amigos de aquí, y me sorprendió que para una visita de dos o tres horas, llevaran barritas energéticas, pistachos y manzanas.

Hay que decir también que muchos americanos no están acostumbrados a cocinar ni a las comidas caseras más allá de las festividades familiares. Empezando con el colegio, los amigos que tienen hijos aquí nos comentan que los menús de los comedores son poco variados y, aunque incluyen opciones vegetarianas, los platos suelen ser pizza, pasta, hamburguesa y tacos. (Podéis ver aquí varios menús de las escuelas públicas de NY). Así conocimos el otro día a un par de chavales de 12 años que únicamente les gustaba la pizza de queso, los tenders de pollo y, a uno, el sushi… Y aunque existen clases de cocina en el colegio, los hijos de nuestros amigos cuentan que en ellas les enseñan a usar el microondas para hacer palomitas y cosas así.

Si sumamos todo esto a una cultura donde se trabaja muchísimo y no hay tiempo de sobra, el resultado es que hay mucha gente que no suelen cocinar en el día a día de forma habitual. Aunque hay muchos que les gusta cocinar, lo normal es hacerlo el fin de semana cuando hay tiempo (el ejemplo perfecto son las barbacoas). Pero tampoco es normal salir a comer a restaurantes a diario, porque es algo muy caro. Hay dos soluciones alternativas a esto: la comida preparada, que venden en supermercados, tiendas de conveniencia y hasta gasolineras, y la comida congelada. Y la comida rápida, por supuesto. Estos tipos de comida no son malos de por sí, pero muchas de ella tiene altos contenidos en sodio y grasas trans, con lo que no siempre son realmente sanas. Se puede leer sobre el sodio en la web de la CDC. Pero es verdad que esta comida (sobre todo la congelada y la rápida) es mucho más barata, con lo que, irónicamente, se puede encontrar a mucha gente que no se puede permitir comida fresca o más sana. O que no saben ni por donde empezar. Así, encontramos que existe una relación entre obesidad y pobreza, algo que me sorprendió muchísimo cuando llegué aquí.

Con la pandemia, la gente empezó a cocinar mucho más en casa, eso sí, lo que ayudó un poco a crear ese hábito y a intentar ser más sanos. Aunque lo que más se comprara fueran conservas y congelados, porque eran productos que duraban más en tiempos de escasez, también se cocinó y se notó el interés en la nutrición. Además, en las redes sociales volaban las recetas y los trucos, todo el mundo compraba freidoras de aire y se disparó la venta de robots de cocina como las Instant Pots. Y se pudo aprovechar la oferta de productos alimentarios que hay, que es enorme por suerte.

Pero con la pandemia, también se disparó el consumo de snacks. Principalmente porque son sencillos y calmaban la ansiedad de los confinamientos. Se dice que ahora se está tendiendo a buscar snacks más sanos, como en este artículo de Forbes, pero también es cierto que han subido las ventas en general, como se ve en este artículo de CNBC.

Maravilloso ejemplo de snacks sanos que encontré hace poco: mini pepinos dulces sin semillas. ¡Y el nombre es genial!

Lo que parece que está claro es que, pese a todo, no nos van a faltar los snacks.

Pumpkin Spice Fever

Celebrando que las hojas empiezan a cambiar de color por aquí, quería hablar un poco de algo que aquí representa por completo el otoño: el pumpkin pie spice. Es muy probable que muchos de vosotros hayais oído hablar de él, pero para los que no, decir que el pumpkin spice (para acortarlo, se suele omitir el «pie») es una mezcla de especias que se añade tradicionalmente al pastel de calabaza. Normalmente contiene canela, clavo, jengibre y nuez moscada, y a veces se le añade pimienta de Jamaica (allspice), cardamomo o vainilla. Cuando llega aquí el otoño, empieza la locura del pumpkin spice y, a parte de los típiquísimos pasteles de calabaza o manzana, aparecen docenas de productos de edición limitada con este sabor. Y no sólo es sorprendente la cantidad de cosas que hay, si no también el entusiasmo con el que son recibidas por la gente, agotándose incluso algunas de las favoritas.

Aquí os traigo algunas de las cosas con pumpkin spice que he encontrado este año:

Empezando por arriba, almendras con chocolate, pastelitos, galletas y nata de origen vegetal (aquí es bastante normal echárselas en el café y vienen en multitud de sabores); todo con nuestro sabor favorito.
Empezando por arriba, té negro, malvaviscos (o nubes), pan de molde, cereales de desayuno y caramelos. Casi nada.

Tengo que apuntar que hay otros sabores otoñales típicos de los que aún no he hablado, como son el sirope de arce o las nueces pecanas, que junto con las manzanas, las batatas y las calabazas de todo tipo, reinan por todas partes. Todo esto también se mezcla con el pumpkin spice o alguna de sus especias, y lo cierto es que se crea una mezcla de sabores realmente característica: dulce y salada, con un toque ligeramente picante que viene de la canela y el jengibre. Como se usa de forma tan tradicional además, la gente enseguida relaciona este tipo de sabores con las fiestas familiares de Acción de Gracias y con la comida casera. De hecho, en muchas partes se representa Thanksgiving con un trozo de pastel de calabaza, para que os hagais una idea.

Yo también me animo a hacer mis propios pasteles de calabaza usando los ingredientes clásicos.

Esto ayuda a formar la idea de lo que aquí se llama Comfort Food, que es la comida que te produce nostalgia o tiene algún tipo de valor sentimental. Por eso tiene tanto tirón aquí y le gusta tanto a la gente. Al fin y al cabo, es como la comida que todos echamos de menos cuando nos hacemos mayores y nos vamos de casa. 😊

Así que si venís alguna vez por New York en otoño, quizás podáis probar alguna de estas comidas, idealmente con pumpkin spice. Y además, ¡muchas de ellas están buenísimas! 🤤

Otoño, calabazas y manzanas

El tiempo ya comienza a refrescar ligeramente (quizás demasiado ligero), y por aquí ya comienza a olerse el otoño. Aún es figuradamente, porque aquí el otoño huele a pumpkin spice, pero ya queda poco. 😂

Al mismo tiempo que las primeras hojas empiezan a amarillear y caerse (por supuesto, las lluvias e inundaciones del huracán Ida no han ayudado a los árboles…), empieza la vuelta a las aulas y para mí eso siempre ha ido asociado al cambio. Además, empiezan las frutas y verduras estacionales: manzanas, batatas y calabazas, sobre todo. Hay que decir que en español la palabra calabaza es genérica. En América, hay muchas variedades que traducimos como «calabaza», y para las que no tenemos nombre. En inglés, encontramos principalmente tres palabras para calabaza, que significan diferentes cosas según la variedad: pumpkin, squash, y gourd. La naranja típica de Halloween, es pumpkin, las blandas suelen ser squashes, y las duras, gourds, para entendernos. En esta época, empiezan a verse los denominados winter squashes o calabazas de invierno, como el butternut squash o el acorn squash, que están deliciosos. Otro ejemplo, al calabacín (a nuestra variedad, aquí la llaman zucchini, pero hay más variedades que se llaman genéricamente squashes), se le considera calabaza de verano.

Empezando por arriba, acorn squash (verde oscuro y pequeñas), butternut squash (anaranjadas y alargadas, con la base redonda), spaghetti squash (amarillas y cilíndricas) y kabocha squash (verdes y redondas, apenas se ven). La foto de abajo son pumpkins naranjas y blancas.

Por otro lado, las manzanas son bastante importantes por aquí. Está el famoso American Pie, claro, pero es que he oído incluso bromas acerca de cómo a la gente de New York y New England le encanta ir a recoger manzanas en otoño. Por supuesto, esto es una actividad por la que hay que pagar: las granjas locales tienen terrenos donde la gente paga para ir y cogerlas del árbol, y además venden sus productos como sidra, compota, o tartas. La verdad es que, pese a que sé que es un poco paripé, me llama la atención ir a una de estas granjas, (¡y más después de probar los zumos artesanales y los donuts de sidra, que son una maravilla!) así que intentaré ir este año. Me hace gracia ver que aquí las manzanas se prefieren muy dulces. Como dato, deciros que en el supermercado se suelen vender botes de caramelo junto a las manzanas (un poco a lo de la nata y las fresas que hacemos en España…).

Manzanas procedentes de granja. Y caramelo para mojarlas, por supuesto.

Hace poco, me explicaron la diferencia entre apple juice, apple cider y cider, ya que yo creía que las dos últimas eran lo mismo:

  • Apple juice es zumo de manzana filtrado y pasteurizado, del que encuentras en el supermercado. Suele ser dulce.
  • Apple Cider es un zumo de manzana sin filtrar (por lo que a veces tiene algo de pulpa) y no pasteurizado. Suele hacerse de forma artesanal y es más ácido.
  • Cider es zumo de manzana fermentado, es decir, con alcohol. También se le llama a veces hard cider para distinguirlas.

Lo escribo aquí también para acordarme… 😅

Por otro lado, también se empiezan a ver también las primeras decoraciones. Lo primero que empezamos a ver fueron cosas de lo que llaman Harvest season, que es la «Época de la cosecha» o directamente Fall, «otoño». Todo es muy campestre y con colores otoñales y suaves, hojas y frutas (sobre todo la calabaza). Esto enlaza directamente con Thanksgiving o «Acción de gracias», en el cuál se añaden a estos temas los pavos y las palabras de gratitud (por lo de «Thanks»). Y después, empieza ya Halloween, con todas las cosas de terror para niños (que son más monas que terroríficas) y las montañas de chocolate. Así que, en este momento del año, conviven más o menos al mismo tiempo, las tres decoraciones.

Lo que está entre el verano y Acción de gracias: decoración de otoño.

Parece que este año, además, han vuelto los eventos y vamos a tener Festival y desfile de Halloween, Desfile de Navidad, Mercadillo y muchas más cosas. El año pasado llegamos un poco tarde (y despistados) a Halloween y a las otras fiestas, así que a ver si este año se nos da un poco mejor y ¡podemos hacer algo divertido! Si la COVID lo permite, claro…

Temporada de huracanes

El simple hecho de que exista una «Temporada de huracanes» , me hace preguntarme por qué demonios la gente, en el momento que tuvo que buscar un asentamiento, eligió vivir aquí. Nosotros, que estamos bastante al norte, por suerte apenas notamos una parte de los efectos de los huracanes, peor lo tienen en la zona del Golfo de México. Pero madre mía.

La temporada de huracanes en el Atlántico, describe el periodo más probable de formación de huracanes, que suele ser en verano, y este año empezó el 1 de junio y terminará el 30 de noviembre. Muchos no llegan a huracanes, y se quedan en tormenta tropical o depresión tropical. Se clasifican así, de más velocidad de viento (huracán) a menos (depresión tropical), según la escala Saffir-Simpson. Hay que ver lo que aprendo aquí.

La cosa es que siempre nos habían pillado relativamente lejos, lo justo para verlos en las noticias, o pegarnos un susto esporádico, como escribí por aquí el pasado diciembre. Pero hace un par de semanas, empecé a ver que, en mi aplicación del tiempo, aparecía una nueva opción: Hurricane tracker. Curiosa que es una, me metí en la opción, y pude ver un mapa en tiempo real de la tormenta tropical Henri , cuyas previsiones decían que pasaría cerca el fin de semana. No vi problema en ese momento, y me entretuve leyendo toda la información que tenían al respecto: cantidad de lluvia, velocidad del viento, zonas afectadas, etc…

Al día siguiente, me sorprendió una alerta de Alexa, que avisaba de peligro por una tormenta tropical. Miré entonces la aplicación del tiempo. Ahora no sólo ponía que nos iba a pasar directamente por encima, si no que además había cambiado su nombre a Huracán Henri. Cosas que no te dejan tranquila, como se puede imaginar. Pero como ya tengo práctica en que con el tiempo aquí te preparen para lo peor y luego no pase nada, decidí no preocuparme en exceso y controlar cómo evolucionaba la cosa.

Imágenes de Accuweather que muestran el pronóstico de Henri dos días antes. Nuestra casa, en el punto azul, llegó a estar en la zona naranja en un momento dado.

Al poco tiempo, nos llegó un email del edificio, donde nos decían que, ante las probabilidades de huracán, que tuviésemos precauciones, como cerrar bien las ventanas, deconectar los aparatos eléctricos y descolgar los cuadros de las paredes (las vibraciones del viento los tiran). También nos decían que estuviésemos preparados por si nos tuvieran que evacuar y quedarnos en casa de familiares o amigos, o ir a un refugio. Eso me puso un poco más nerviosa y me hizo un poco de gracia, hay que reconocerlo. Un poco como de risa floja. Lo que era importante, era que en los distintos servicios de meteorología se podía ver que la tormenta se iba alejando de nosotros. Pero por si acaso les dije a los amigos con los que había quedado el domingo que era mejor dejarlo para otro día. Fuimos al supermercado a aprovisionarnos de cerveza (¡artículos de primera necesidad! 😂) y echamos gasolina al coche. Y ya por la noche cerramos todo bien y guardamos todos los cuadros y objetos delicados, porque aunque no estábamos preocupados, no nos costaba nada.

Empezó a llover de madrugada y por la mañana seguía, pero no demasiado. Sobre las 12 de la mañana empezó a llover bastante fuerte y duró ya el resto del día. Pero no había mucho viento, y tampoco me parecía que lloviese muy diferente a otras veces. Estábamos en contacto con varios amigos de la zona, y ellos estaban perfectamente, así que era un alivio. Al parecer, al tocar tierra había perdido mucha potencia y ya era sólo tormenta tropical. Ya por la noche, empezaron a llegar las noticias y vídeos de inundaciones por todas partes. ¡Una incluso en nuestra pequeña ciudad! Uno de los ríos se salió del cauce e inundó varias carreteras. Pero nosotros, por suerte, no vimos nada de esto. El lunes estaban terminando de limpiar las carreteras y no había mucha carne en el supermercado (supuse que no habrían podido llegar los camiones de suministros), pero el martes ya todo era normal.

Así que, esta ha sido nuestra experiencia con Henri. Ahora mismo, nos llegan avisos de otras tormentas y huracanes con nombre propio y las monitorizamos por si acaso. De hecho, el huracán Ida que ha impactado tan fuerte sobre New Orleans (les deseo que se recuperen pronto), nos llega en forma de lluvia fuerte el miércoles.

A ver cuántos más huracanes tenemos hasta el final de la temporada…

Correo ordinario y no tan ordinario

He estado un tiempo sin escribir, principalmente por varios problemas técnicos. ¡Pero ya está todo solucionado y puedo volver a escribir con normalidad! 😊

Hacía ya un tiempo que quería escribir sobre el correo en Estados Unidos. No el correo electrónico, si no el correo físico; lo que te encuentras en el buzón de tu casa, vamos. Nosotros tenemos la suerte de que estamos en un edificio de apartamentos con un conserje 24 horas, con lo que la gestión de paquetes y correos es muy sencilla. En una casa particular es otro cantar. De hecho, aquí el mayor éxito de las cámaras de seguridad inteligentes, ha sido el de instalarlas en las entradas para evitar (en la medida de lo posible) los robos de paquetes y cartas… Por suerte, eso no nos pasa.

La primera vez que fuimos realmente conscientes del correo, fue cuando hicimos las gestiones de la Tarjeta de la Seguridad Social, y nos dijeron que nos la mandarían por correo. Hasta ese momento, las escasas veces que habíamos abierto el buzón, habíamos encontrado pocos hallazgos aunque curiosos: cupones de descuento del supermercado, publicidad de alguna tienda y cartas para los inquilinos anteriores. Pero la tarjeta fue la primera de muchos documentos que nos han llegado por correo: el carnet de conducir, los papeles del coche, las facturas de los suministros, las tarjetas de crédito del banco… ¡Hasta las matrículas del coche nos llegaron por ahí! Aquí se confía muchísimo en el correo ordinario para todo, no sé si será una cosa de la COVID19, pero no lo parece.

Quizás por este hecho, me llame tanto la atención que exista tanto correo basura. Sí, como en el correo electrónico. Me estoy refieriendo a cosas que recibimos, normalmente de publicidad, que me dejan absolutamente alucinada. Por ejemplo, es de lo más normal que nos lleguen cartas con tarjetas dentro, de cartón o de plástico y que imitan a tarjetas de crédito reales. Algunas son realmente convincentes. Estas tarjetas, bien tienen descuentos, o bien tienen directamente dinero, porque son tarjetas regalo para gastar en exclusiva en la compañía que se anuncia.

También hay publicidad y descuentos más normales, pero dentro de las cartas, hay cosas que rozan el absurdo. Hay una compañía que cambia sus sobres cada cierto tiempo, para que no sepas que son ellos y abras sus cartas. Otras compañías incluyen cosas en el sobre como «Time-sensitive information» («Información sensible a caducidad») o «Inmediate response required» («Se requiere respuesta inmediata»), y estos sobres no tienen remitente ni logos. Y claro, te asustas porque piensas que es una multa o algo así, y es… una mierda de tarjeta regalo, otra vez. Y hace poco, ¡nos mandaron un dólar real en una carta! Como si ya no supieran qué inventar.

Ejemplo de tarjeta, de cartón, que te envían por correo. Y ponen «¡Enhorabuena!» y todo, como si hubiera hecho algo para ganarla…

Recuerdo que una vez en el banco, le comentamos a nuestro agente que en España no era habitual mandar tarjetas con dinero por correo. Y el hombre, se monstró realmente sorprendido, y nos preguntó «Entonces, ¿cómo hacen los bancos allí para publicitarse?»… Como aquí cualquier comercio tiene su propia tarjeta y están muy acostumbrados a usarlas, este sistema parece muy eficaz con el público americano. Pero a mí me resulta extrañísimo.

Y es un poco inevitable el recibir toda esta locura de papeles y tarjetas. Muchas veces ni siquiera están a nuestro nombre, si no que se dirigen al «inquilino». Así que cada vez que cogemos el correo, tenemos como una docena de cartas varias (que a veces son publicidad, a veces no), publicidad directa, cupones y revistas. Nunca he tenido el buzón tan lleno. Por suerte, en nuestro edificio tienen una papelera de reciclaje de papel al lado de los buzones, así que hacemos mucho uso de ella.

Y siempre, está llena hasta arriba.