Desde que tenemos un dispositivo Echo, todas las mañanas miro el pronóstico del tiempo para el día, aunque esté configurado en grados Fahrenheit (a los cuales me voy acostumbrando). Este es nuestro segundo invierno viviendo aquí, pero ya el año pasado aprendí que si empezaba a ver temperaturas que me parecían normales en Celsius, como 15 o 10 grados, era algo muy malo.
Al igual que el invierno pasado por estas fechas, ya hemos tenido la primera tormenta de nieve del año. La verdad es que estas última semanas habíamos visto como nevaba varios días, pero no llegaba a cuajar más de 3 o 4 centímetros. Pero nos empezaron a llegar avisos para prepararnos para el viernes por la noche: se esperaban entre 20 y 35 centímetros de nieve. Sí, era mucho. Pero no parecía ser lo peor, porque el problema era que iba a haber tormenta, y el viento podía ser muy peligroso. Aparte de bajar las temperaturas, por supuesto. Así que el viernes estuvo todo el día nevando. Desde por la mañana, que nevaba poco pero continuamente y sin cuajar, hasta última hora de la tarde, que empezó a acumularse. Las temperaturas cayeron en picado, y el sábado por la mañana nos levantamos hasta arriba de nieve y con -9ºC y una sensación térmica de -30ºC. ¡Y seguía nevando!
El sábado fue un día bastante perdido. Había demasiada nieve, hacía un viento helador que lanzaba los copos violentamente en todas direcciones, y las máquinas quitanieve municipales no daban de sí. Las veíamos pasar, una y otra vez, y no había manera. Mucha gente no pudo ir al trabajo, por no poder sacar el coche. De hecho, presenciamos como un todoterreno 4×4, de la marca RAM, era incapaz de subir una cuesta. No sé si todo el mundo conoce este tipo de coches, pero sólo diré que el capó me llega a mí al hombro. ¡Y que es un todoterreno!


Alrededores de nuestra casa. ¡La acera y la carretera casi ni se distinguen!
Y pese a todo, mi sensación era de que… no era para tanto. ¿Hacía mucho frío? Bueno, pues habría que sacar las botas y abrigarse. ¿Había mucha nieve? Habría que ir con cuidado y no sacar el coche hasta que limpiasen las carreteras. Además, como llevaban días avisando, teníamos la nevera llena. ¡Y podíamos aprovechar para sacar fotos!

Debe de ser que ya me voy acostumbrando al tiempo de aquí, pero la verdad es que ni me siento intimidada por la tormenta ni me siento extrañada por el frío. Me hace gracia contar a la gente que hemos tenido -20ºC o -30ºC, pero lo que me es más… incómodo, más que otra cosa, es que se me resequen los labios y las manos por el frío. Y los odiosos, odiosos calambres, claro.
Por lo demás, estoy casi, casi aclimatada. ¡A ver si sigo así!